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Fernando Soto Aparicio

23.06.2016 19:38

"El fenómeno poético es un estado de gracia"

A mediados de 1960 Fernando Soto Aparicio era un joven de 26 años que trabajaba como secretario en un juzgado de Santa Rosa de Viterbo, un pueblo del norte de Boyacá. Un día recibió un telegrama y emprendió un viaje larguísimo –como las distancias de esa época– para recoger un paquete que había llegado a su nombre desde Madrid (España) a las oficinas centrales de Avianca en el parque Santander, en Bogotá.

Soto no pudo contener la ansiedad. Salió de las oficinas, se sentó en las escaleras que daban al parque y se puso a llorar. “Yo miraba las cinco copias del libro que mandaron, ya publicadas, terminadas. Las miraba, las olía... ¡Fue tenebroso! Me sacudió el cuerpo y el alma”.

Publicado por la Revista de Prensa FSA.

Cuando Llueve

Por fernando soto Aparicio

Bogotá se ha sumergido en un aguacero inmisericorde de mayo, mientras Fernando se asoma a un mundo hasta ahora desconocido para él, a pesar de ser uno de los protagonistas del mismo. Se hunde en este mundo a través de las páginas cosidas una a una en el diario que Celina ha construido, sin saberlo, para él. Es un diario que viene desde diez años atrás cuando los dos se conocieron fugaz pero íntimamente y luego fueron arrancados uno del otro por los designios de la madre de ella. Celina es acusada de asesinar a Jacobo, un viejo con quien se ha casado, y termina en la cárcel después de un proceso que no la favoreció en nada. La inactividad extrema de la cárcel la lleva a pensar en cada cosa de su ambiente y a analizarla en extremo. En ocasiones salta al pasado de su casa, de su matrimonio, de su niñez y se queda extasiada contemplándolos en su cabeza y en su pluma. También se detiene en las personas y las esculca por todas partes en un intento desesperado por comprenderlas: las reclusas, su madre, sus abogados, el padre, Fernando.

La mente de Celina no está quieta: reflexiona, analiza, compara, construye una filosofía propia a partir de las circunstancias. Cada cosa que pasa dentro o fuera de sí es motivo de reflexión: la justicia, el encierro o Dios. Todo va quedando registrado en su diario, cuya prioridad se alarga o se encoge según los estados de ánimo que tenga y las circunstancias que la envuelvan¸ sus registros pueden ser diarios, semanales, mensuales o semestrales. Dos puntos son repetitivos en  los pensamientos de Celina: su amor por Fernando y su amor por el llano. Vuelve con frecuencia a ellos cada vez que se pierde entre sus propios pensamientos. En medio de sus narraciones aparecen de vez en cuando las elucubraciones: confesiones de las reclusas al sacerdote, narración de sueños o justificaciones para su relación con Leticia. Así pasa por momentos místicos, filosóficos, lujuriosos, poéticos, melancólicos o amorosos. Ocho años dura en la prisión, luego se fuga con Diana de la cárcel de reclusas hacia la cárcel de la prostitución, no menos turbulenta que la anterior. Pasa por Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, Sogamoso y cuando intenta iniciar una nueva vida menos azarosa y desgraciada en Bogotá se encuentra de súbito con Fernando. El impacto emocional es tan violento e inesperado para ella, que no logra recuperarse de la avalancha de vergüenza, recuerdos y anticipaciones  y termina en alas del suicidio. De todo se entera Fernando sentado sobre la mesa de la última habitación que la acogió en vida, mientras afuera el aguacero no cesa de caer.

Resumen publicado por la Universidad Autónoma de Madrid

Sabaneta Premio Erato 2013