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El valor de los escritos anónimos

30.08.2014 13:42

Cumpliendo 70 años

Agosto 20 de 2014

Me regocijo de vivir y de comprender que tengo que pagar el precio de hacerlo. Acepto que así tiene que ser. Por eso al gastar mi patrimonio de vida me alegro de constatar que efectivamente lo vengo haciendo adecuadamente; no digo inmejorablemente, podría haberlo gastado mejor pero acepto gustosamente lo que hasta ahora he hecho.

Cuando viví  la primera y parte de la segunda juventud, con frecuencia acepté concepciones erróneas de otros sobre realidades con las cuales conviví y con las cuales actué, solo al avanzar en el conocimiento precisé mis concepciones, formé mis explicaciones y me desaté de aquellas que entorpecían mis acciones hacia una mejor calidad de vida.

Aprendí que el error es inevitable en el proceso de aprender y que solo paulatinamente te liberas del error, es decir, se es libre a partir de un determinado nivel de conocimiento.

Consciente que no podré vivir en una sociedad superior a la actual por falta,  aún,  en la conciencia social de los trabajadores de la causa por la cual no han conseguido superar las duras condiciones materiales; pero también consciente de que existen todas las condiciones materiales, más no las sociales, para que el atraso y dolor, generados por las actuales e imperantes relaciones sociales, de no menos de un tercio de  la humanidad sean borrados en el próximo entorno histórico; guardo en el presente la esperanza de que en el mañana histórico la vida de la sociedad humana será superior cuando ésta aplique a sus acciones productivas y a las demás relaciones sociales el conocimiento superior ya existente de sus propias leyes sociales.

Cuánto me ha costado comprender lo maravilloso de la relación hombre mujer. Las enseñanzas que recibí a través de la cultura social en mi niñez y juventud caracterizaban de pecado a lo erótico; la mujer es por naturaleza erótica. Pobre hombre inclinado naturalmente a lo erótico y a la vez acongojado con el pecado y por si acaso sentenciado al infierno. Volverme pecador fue la única alternativa que me quedó, de manera que soy de los que se atreven a romper las barreras que nos imponen los creadores humanos de pecados.

Aprendí que lo erótico es sagrado y solo dentro de lo sagrado sublimiza, en lo demás envilece. Pero lo sagrado se expresa aquí en el respeto mutuo y en el pleno consentimiento de las partes, esto exige conocimiento de ambos. Mientras no reconoces al otro en sus diferencias y necesidades no puedes entender su entrega y tu entrega como un acto que los sublimiza. Por fortuna he aprendido a amar y al hacerlo he sido gratamente correspondido.

 En el mundo de las relaciones sociales las buenas y nobles relaciones familiares y de amistad  son elemento fundamental de un proceso de existencia alegre. A mis hijas, esposa, hermanos,  familiares, maestros,  amigos, a tantas otras personas con quienes me he relacionado transitoriamente pero con un gran deseo de dejar una relación positiva, les agradezco todas las deferencias que han tenido conmigo; el entorno social cercano y sus deferencias es un hermoso acicate de la existencia.

A mis antepasados: Padres, Manuel Salvador López Duque e Isabel Acevedo Maldonado, a mis abuelos: Paternos, Benedo López Marín y Elena Duque García, maternos, Ismael Acevedo Marín y María Maldonado Arenas, a todos los anteriores a estos (incluidos Rafael López y Serapia Marín, líderes de las 42 familias que saliendo de los entornos campesinos de San Vicente, Antioquia, se trasladaron por caminos inciertos a Anserma, Caldas, a desbrozar montaña y crear condiciones materiales de vida dignas) quienes prolongaron la existencia humana y posibilitaron mi vivir, los recuerdo y me alegro de haber trasegado genéticamente con ellos por los caminos y vivencias del planeta.

El aprecio y disfrute creciente del acervo de las artes y de la ciencia, creación paulatina y milenaria de destacados humanos, influye poderosamente en mi anhelo de vivir; ¡que ocupado me encuentro! por si alguien se pregunta por mi hacer ahora; para esto solo se requieren varias vidas.

Mis sentimientos positivos hacia los seres humanos, hacia la naturaleza en general, con los cuales convivo, se acrecientan con el correr de los años; de manera que ahora, en mí,  las ansias de vivir están vigorosas. Espero prolongar mi vida con notable calidad y con el entorno alegre de mi familia y amigos; les agradezco sus regalos, invitaciones y demás expresiones diversas y amables por mis jubilosos 70. 

Alejandro Paloblanco

Reflexiones al margen:

Gotas poéticas. Dicen algunos que cumplir años los hace sentir viejos ¿pero continuar con vida, no los hace sentir felices?