Tan especiales, tan llenos de energía, tan expresivos, con el ojo atento detrás del lente, con cara de yo no fui... y quién se los va a reclamar con esa expresión de buenos. Amigos de los que una llama, y siempre estaban a punto de llamarte..., pero quién no entiende, si se pasan la vida de goce en goce, si sabemos que aunque no llamen podemos contar con ellos. Son amigos de nuestros amigos, de los que nadie tiene que poner quejas y sí muchas anécdotas para contar.
Guillermo Gallego en su cumpleaños
Guille con varios amigos
El caso al que me voy a referir no tiene nada de especial, mi querido amigo cumplió años. Le hicieron un fiestononón... con músicos, y más música, exposición fotográfica, cuenta chistes, baile, toda su familia en pleno, licor ventiado y buena comida ¡Claro, y no faltó la velita y el bizcocho. Lo de cumplir años es una nota, pero eso de averiguar cuántos son, no sé para qué demonios sirve, si ya nos cogió la noche. Aunque no le pregunté, Guille me los presentó con mucho orgullo: ¡Cumplo sesenta! Y hay que responder como en los rezos: ¡Que bien!, no los aparentas. Y es verdad, si me dice que son 58, se lo creo.
Debo hacer un reconocimiento, todavía estoy admirada con la invitación, está bien, como ya dije, Gille se pasa de buena gente, y su familia es muy amable pero era una fiesta para los de la casa y los amigos de la infancia, es decir fue una atención muy especial para mí. A un hermano de una amiga, humorista de nacimiento, le tocó por derecha hacernos reír. Como a todos, entre copa y copa, se nos van olvidando las cosas y por una maravilla neuronal aparecen después de un chizpaso, cuando cantaron el Happy... hicieron un receso de chistes y antes de soltar el micrófono, el histriónico hermano de mi amiga, recordó haber estado diez años atrás, en otro onomástico de Guille y a pleno vozarrón le dijo: "¡Te acordás cuando te celebramos los sesenta!".
Por: María Jaramillo villegas