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Keynes versus el nuevo capitalismo salvaje

21.12.2014 17:00

Keynes versus el nuevo capitalismo salvaje

El capitalismo salvaje ha estado barriendo el mundo desde la década de los setentas.

 ¿Pero ha sido una cosa buena para la sociedad en total?

Una Inquietud de actualidad: Una economía de libre mercado que nace alrededor del globo, sus consecuencias económicas y sociales podrían estar generando una serie de resultados negativos. 

Una conversación con la participación de Darío Valderrama,

Henry López y Carlos Mario Quintero. Economistas.

                                      

                                      

Darío Valderrama

Como una introducción al tema Keynes, versus el nuevo capitalismo salvaje, Darío Valderrama, integrante del grupo cultural, Entre amigos de Gotas poéticas, hizo un interesante recorrido desde Adam Smith a John Maynard Keynes, donde ofreció a los asistentes la posibilidad de discernir las diferencias de sus conceptos y la interesante relación de sus teorías económicas. Ofrecemos disculpas por no ceñirnos en el momento a sus palabras, nos comprometemos a compartir con ustedes el texto de su autoría a la mayor brevedad. Desafortunadamente la grabación correspondiente no es lo suficientemente nítida para aventurarnos a la transcripción. Emitimos acá algunos conceptos  para introducir la conversación de Henry López y Carlos Mario Quintero:

Para abordar el tema desde Adam Smith a John Maynard Keynes, es conveniente recordar  la necesidad de referirnos a cada personaje involucrado según su época. Adam Smith afronta la Revolución Industrial en lo económico y los cambios políticos que destruyeron o restringieron los privilegios de las monarquías absolutas. En el caso de Keynes, la época de declinación y primera gran crisis del capitalismo, que no comenzó, como lo señala él mismo con la caída de la Bolsa de Wall Street en 1929, sino con el fin del patrón oro y los desequilibrios del sistema económico internacional.

No fueron solamente  economistas, Adam Smith inició su carrera universitaria como titular de la cátedra de Lógica y Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow, donde elaboró sus teorías sobre el derecho, la moral y el Estado. La riqueza de las naciones se relaciona con sus ideas filosóficas, desde las cuales hace sus aportes a la economía. Keynes tenía también una formación filosófica, profesor en Cambridge y funcionario, se consideró un publicista y para él, un economista debe ser matemático, historiador, hombre político y filósofo.

Concibieron al capitalismo como un sistema. Para Smith, era el estadio más elevado en la evolución económica, vio a la economía como un todo natural que a través del mercado tiende a un equilibrio, el hombre es llevado por “una mano invisible” que “lo conduce a promover un fin que no estaba en sus intenciones”. En La riqueza de las naciones, Smith se preocupa por las políticas mercantilistas de los monopolios coloniales. El libre cambio era una condición necesaria de la competencia, los bajos precios, la expansión de los mercados y la división del trabajo, era el motor del incremento de las fuerzas productivas y no encontraría trabas para su completa generalización, derivando  en una mayor riqueza de las naciones. Para Keynes, el sistema era una fase en el desarrollo histórico de la humanidad. Critica al laissez faire, según él, no existe ningún pacto, el mundo no está gobernado por una providencia, el interés personal prima sobra el interés general. En suTeoría General, demostró que al aumentar los ingresos, puede no producirse un crecimiento similar del consumo, y aquella parte que se ahorra no necesariamente debe volcarse hacia la actividad productiva, directamente o a través del financiamiento. Los niveles de consumo e inversión, que no cubren la oferta existente, traen graves consecuencias sobre el producto y el empleo y originan las crisis. Cree en la necesidad de que existan formas de regulación del sistema económico y le preocupaba su incapacidad para generar ocupación plena, le competía al Estado entonces y según él, lograrlo: incrementando el gasto, reformando el sistema fiscal, mejorando la distribución del ingreso y regulando el comercio exterior.

En la época de Adam Smith el libre cambio suponía la competencia de muchos capitalistas. Diferente, por supuesto, a la teoría ortodoxa actual del neoliberalismo. Por su parte, las políticas keynesianas de Estado, tampoco consisten en el salvataje de sectores, empresas y bancos de la actual crisis ni en el posterior ajuste de los ingresos de la mayor parte de la población. Hoy, el dominio de los mercados por parte de unas pocas empresas, determina la producción y los precios, captando para sí la mayor parte del excedente generado por la acumulación de capital, tanto en la esfera propiamente económica como en la financiera. 

          Fotos cortesía José María Ruiz

Henry López

Con base en las teorías de Marx, Henry López da un paso importante al proponer un modelo  deducido de sus experiencias personales en el campo de la economía. Como ciencia social, se permite configurar un modelo.

El capitalismo no descuida la importancia de las relaciones sociales de producción, nos dice. El contrato de trabajo es el mecanismo a partir del cual se determina la distribución del capital. Acosado por sus crisis cada vez más frecuentes, afronta también el tema de la propiedad privada, sustentada en la relación de las personas con las cosas.  El desarrollo tecnológico como resultado del régimen es por el contrario provechoso.

Henry explica como las medidas tomadas con el propósito de solucionar el problema de  la tenencia de la tierra terminan por  no generar  los resultados esperados. Las más atrevidas proponen su repartición, pero no incluyen  en manera alguna la modificación del contrato de trabajo.

Hasta el momento no hemos pensado en pagar de acuerdo al trabajo que cada uno haga. En esto está la clave de la solución que él propone. El capitalismo, afirma,  opera de manera diferente. Establece sus contratos con la intención de recibir de quienes laboran parte de su excedente de trabajo, son mecanismos sociales que  logran la distribución inequitativa.

El nuevo liberalismo no comulga con la justicia social, por el contrario, el keynesianismo si la considera. Con base en los subsidios el modelo capitalista supone conseguir su máximo logro. Un artificio que no cumple. Los gobiernos del sistema aplican el discurso que les conviene. En la actualidad se dan tanto el nuevo liberalismo como el keynesianismo.

El modelo marxista parte de la distribución del producto social. Propone que la economía no sea resuelta por el mercado si no por una planificación. Es necesario, dice Henry, recordar que las leyes sociales son construidas por el hombre y una vez aprobadas lo someten. Los neoliberales están en contra de la planificación (posición que no debaten los medios de comunicación). La planificación produce estados autoritarios y que estancan y atrasan la sociedad.

En el modelo de Marx, el producto resultado del círculo productivo va, una parte a la recuperación del mismo la otra, a cubrir las necesidades de los trabajadores y una última queda en poder de la empresa.  El producto crece y como los trabajadores solo detentan lo necesario para su subsistencia, no hay quien lo compre. Esta sobre producción supera las posibilidades de consumo porque tampoco los dueños de la propiedad lo consiguen. Si hay producción sobrante, hay pérdida. Producto que no se realiza es producto perdido.

En el capitalismo hay exceso de oferta de trabajo. A este exceso de oferta obedece el desempleo. Los hombres sin empleo terminan por ser una carga para el sistema. Un tercio de la población no tiene empleo y no se trata de no querer tenerlo. En un sistema que envilece al ser humano, se presentan las luchas y como solución aparecen los subsidios. Los que trabajan en este sistema sostienen a los que no tienen ocupación remunerada ni patrimonio. El excedente generado pasa a manos de un sector reducido de la población.

El trabajo no es dañino. La gente que hace el trabajo correspondiente a su particularidad se humaniza  y eso contribuye al desarrollo de todos. La explotación de los trabajadores es otro aparte, pero no es cierto que adultos mayores y niños no puedan hacerlo en circunstancias ideales. Lo que si daña es el exceso de trabajo y la falta de remuneración. El capitalismo ni es bueno ni malo ni es un asunto moral.

Marx habla de capitalista y asalariado en el sentido de darle nombre a una categoría que está dentro de las leyes que él explica y dentro de las leyes que crea la sociedad. No se trata de darles en trato peyorativo.

Si para atender las quejas del trabajador el capitalista toma la decisión de subir los salarios tiene un problema con la realización de su producto en el mercado. Dice Henry, que un empresario por ejemplo, toma las decisiones de acuerdo a las circunstancias que le presente el sistema. Por eso, él plantea como solución el cambio del contrato de trabajo y recuerda que cuando el capitalismo le sirve al keynesianismo los obreros se atienen a el.

Como economista convencido del valor de los profesionales preparados en la materia, afirma que son ellos los destinados a orientar la sociedad. Plantea su modelo, La economía solidaria, como un modelo de respaldo al trabajador. Cree, que sin proponérselo, ellos le dieron aire al capitalismo con sus luchas pues a través de  ellas consiguieron el reconocimiento de sus prestaciones sociales y una mejor redistribución, ventajas que hoy el neoliberalismo pretende arrebatarles.

El punto a favor del neoliberalismo es el desarrollo tecnológico, pero ninguna de las novedades para discernir soluciona los problemas o encuentra las salidas. Su desarrollo es financiado por las grandes corporaciones del mundo, el gobernante toma la teoría que le sirve. No en vano los grandes tanques del pensamiento son contratados para encargarse de discernir y construir modelos intencionales. Considera, que el modelo de Marx también es intencional, busca el desarrollo de la sociedad modificando las relaciones sociales de producción. El capitalismo quiere el crecimiento del PIB, habla de su distribución pero las leyes del sistema no están diseñadas para lograrlo.

Estamos en una situación compleja, para cambiar se requiere un aporte de los trabajadores. Trabajadores, explica Henry, son todos los que se desempeñan como propietarios, directores, capitalistas, obreros. El que tiene el control de los medios de producción y del Estado, ese, puede tomar la acción.

·         Hay que empezar por calcular  las horas de trabajo.

·         Cómo se forman los ingresos.

·         Cómo se transfiere la plusvalía de las unidades productivas.

·         Cuánto aporta cada trabajador en producto.

Nada de esto ha sido calculado.

Concluye Henry diciendo: A cada uno se le debe pagar  de acuerdo al producto de su trabajo. El trabajo inteligente, recibe una paga mayor porque hace un producto mayor. Esto es, hasta el momento, un lenguaje que requiere de muchos afinamientos para darse.

Carlos Mario Quintero

Para Carlos Mario, Darío Valderrama, su profesor de tres materias en la universidad, a quien recuerda con respeto, supo transmitirle los conceptos económicos de tal manera, que hoy puede recordarlos para partir de ellos y  hacer su dicertación. Le veo el mismo libro que tenía en la universidad, le dijo. Darío me enseñó a Keynes, teoría monetaria y política monetaria. 

Continua contando su experiencia como estudiante... Cuando hacía sus aclaraciones hablaba de la calidad de la política económica ¿Me sigo preguntando, qué es lo más importante que dijo Darío? Llenaba tableros con matemáticas importantes, todo muy objetivo. Decía: “Esto parece perfecto, pero si en la economía se genera un momento de desconfianza, se derrumba”. La verdad, su teoría parecía lo ideal, pero es un modelo económico referencial, aún lo es.

Y… continúa. Yo tengo un paradigma: Problemática versus soluciones. Veo las cosas desde el pro. La confianza es un aspecto subjetivo que tiene un valor bastante fuerte.

Esta semana tuvimos una incertidumbre, la desaceleración de la economía mundial. La economía de la China con índices de crecimiento de 10% y 12% pasó al 7.5%. Ucrania con la nueva política imperial de Putin que quiere regresar al imperio ruso, más la situación del Medio Oriente.

Muchas cosas subjetivas pero  muy objetivas para la sociedad en todos los sentidos y un mal global. A eso llamamos la problemática de la incertidumbre, hoy es importante como solución.

A esta conferencia la hemos llamado: Keynes frente al capitalismo salvaje. Hay que volver a la revaluación histórica, a trabajar los conceptos que se van subvalorando, hay que estudiarlos, conceptualizarlos. Hay que retomar el concepto liberalismo, el proceso de deformación teórica, porque colocamos en el primer plano la palabra. El liberalismo que surge históricamente contra el despotismo y el absolutismo, hoy y en décadas pasadas, se está deformando como concepto. Ese proceso de deformación me parece, desde el punto de vista teórico, problemático, investigativo y político; está haciendo más daño que aporte al plantear el discurso y desnaturalizar el objeto económico como tal. Cuando a la economía y al discurso económico lo colocamos en el campo político, y un plano político que es cuestionable, desnaturalizamos el sentido de lo económico.

En esta dirección, continúa Carlos Mario, la problemática versus las soluciones, volvemos a Keynes como lo planteó Darío. Keynes frente a una problemática muy crítica de la economía mundial. La crisis de los años 29 y 30, la solución Keynesiana y posteriormente al convertirse en política económica con la opción de producción política y fiscal, dio una respuesta  al problema hasta los años 70 como la que permitió la viabilidad del sistema capitalista, no solo en las economías avanzadas europeas, americanas y del Japón, sino también en toda Latinoamérica.

Alrededor del concepto se va generando el capitalismo de estado de derecho, poco a poco se va vislumbrando el papel de los Bancos Centrales. Son los bancos que tienen la facultad de la emisión primaria de dinero. Su papel y su rol para 1929 fue el mismo que Darío planteaba.

Keynes  diagnosticó la crisis del 29 y el 30 como crisis de sobreproducción. Desde el punto de vista monetario, fue Milton Friedman quien dijo que no hubo suficiente provisión de dinero  en la economía y en los flujos de circulación del mismo ; en este sentido apuntaló la crisis como tal.

Hoy por hoy es muy importante el papel del Banco Central. Esta importancia se mide en el trabajo de la política aplicada y en la reserva federal del 2008 que algunos califican como similar a la del año 30 del siglo pasado. La reserva federal logró en menos de cinco años restablecerse y poner la economía en crecimiento.

¿Qué pasa en este caso? Se pregunta Carlos Mario.

Lo que dijo Darío hace años sobre la confianza. El problema no es de un contrato de trabajo ni de las relaciones de producción, el problema básico de una sociedad es poder reproducir las condiciones de su aparato productivo, es generarlas en todos los renglones económicos para repetir el ciclo. El problema no es de la concentración del ingreso ni del empleo. La obligación del papel y el rol, en la síntesis histórica, lo asume el Banco Central. Hay que propiciar la confianza.

Como se determinó hace quince días, la tasa puede ser de 0.5% Con una tasa de interés casi de cero, la verdad es que el empresario no invierte porque no hay confianza. Lo planteó Keynes “La trampa de la liquidez y la preferencia por la liquidez”.

El papel de las políticas monetarias, lo que se llaman políticas monetarias expansivas del 2007 y 2008, ahora en el mes de octubre se definen porque los desempleados 8 y ½ millones ya están de nuevo en sus trabajos. Es una economía que genera más 200.000 empleos mensuales por cinco años seguidos.

El concepto de dinero se ha modificado, esa tasa de interés tiene que cumplir una función, la de la seguridad.

Japón lleva 20 años de economía estancada. Ahora su nuevo primer ministro Shinzo Abe, comenzó desde el 2013 con las nuevas políticas monetarias y fiscales de estímulo a la economía. El The Key pasó de 8.000 puntos a 16.000. El Banco de Inglaterra y el Reino Unido han mejorado sustancialmente con una política que prevalece, la de la confiabilidad.