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La familia Cano

01.04.2015 15:21

La familia Cano

Los nietos de Guillermo Cano con su abuela

 Ana María Busquets

Una tertulia bajo la orientación de Luis Fernando Múnera y Mario Arango Jaramillo.

Luis Fernando, descendiente de la familia cano, bisnieto de don Fidel Cano, abre la reunión compartiendo con los presentes su opinión sobre los reconocimientos póstumos: "Cada vez que uno piensa en sus ancestros se pregunta si al hacerles un homenaje les está aportando nuevos méritos. No, por el contrario, son ellos los que pueden aportarnos a  través de su memoria.  Lo que hacemos es revivir sus luchas, sus valores y principios. Estoy convencido que lo ganado, ya se lo ganaron. La familia Cano está llena de estas experiencias y vamos hoy a darles un repaso".

Mario Arango Jaramillo, un experto en María Cano, autor del libro María Cano flor eterna siempreviva, y estudioso de Luis Tejada y de varios de los miembros de la familia Cano, nos acompañó gracias a la oportuna intervención de José Hilario López  y a la amistad  de Mario con Luis Fernando. Para Mario, las ideas tanto de María como de don Fidel Cano, continúan teniendo plena vigencia.

Empezamos el recorrido familiar con la presentación de don Rodolfo Cano, un personaje en apariencia desconocido pero de gran importancia en su medio. A mediados del siglo XIX Medellín y varios de sus municipios se saturaron. Debido a las profundas consecuencias sociales y económicas que se produjeron se generó  la movilización de familias hacia otros territorios aledaños. Es muy famosa la expansión hacia el sur pero también la vivió el departamento hacia el norte. Muchos se desplazaron en busca del oro. Don Rodolfo Cano se estableció en Anorí y fundó un colegio. Don Fidel, nacido en San Pedro de los Milagros, llegó al municipio con su familia y asistió desde muy temprana edad al colegio de su primo hermano.

Rodolfo era educador por naturaleza, fue el rector de la Normal de Medellín durante varios años, pero cuando aparece la nueva legislación pierde su puesto. A eso se debe su decisión de fundar un colegio particular en donde por apartarse de las normas establecidas, se limitaba a recibir a sus más allegados. Allí preparó a su familia por fuera de toda educación dogmática, canónica, eclesiástica y demás. De esta manera los llevó a la apertura de mentes y al libre pensamiento.

Rodolfo Cano era un gran lector, hizo parte de una familia al tanto de los mejores libros reconocidos en Europa. Las dos ramas de los Cano, tanto la de don Fidel, como la de Rodolfo son fruto de la República Liberal de los Estado Unidos  de Colombia. Época en la cual prospera el libre pensamiento como fruto de la Constitución de Rionegro, y de la intervención de hombres como José Hilario López, como Tomas Cipriano de Mosquera y muchos otros liberales radicales, opinó Mario Arango.

Y continua… Para entonces el espiritismo tenía mucho auge crecía a la sombra de Víctor Hugo y de Allan kardec. En Colombia tuvimos personajes destacados en ese campo como el importante médico Luis Zea Uribe, abuelo de Germán Zea. Un teórico que escribió el libro Mirando al Misterio para defender el espiritismo. Este médico planteó la doctrina espírita como una protesta contra el dogmatismo católico, contra la religiosidad. El espiritismo era un pensamiento de avanzada, reconocía que tenemos un espíritu pero no la dependencia de un dios. El espiritismo de alguna manera es ateo, pero defiende valores morales y familiares y tiene una ética profunda sin esperar una recompensa eterna. Es como una especie de budismo. Esto  influyó en la formación que tuvo María Cano y de ahí que la Rura, su hermana, fuera la espiritista más famosa de la época, la consultaban para ayudar en las herencias, para encontrar cosas perdidas, tesoros y demás. Su verdadero nombre era María Ramona y la llamaban así por el run run de las palomas que vivían asentadas en sus hombros. Tenía mucho magnetismo, mucha fuerza.  En todo esto fue educada esta familia, además de las ideas masónicas y radicales y en la filosofía de los pensadores de mediados del siglo XIX. Tal vez a eso se deba su inclinación por la izquierda, fueron precursores con Luis Tejada Cano de ese pensamiento. Luis Carlos, uno de los grandes cronistas que ha tenido este país, es un ejemplo para todos los que hemos incursionado en el periodismo. Aún es mucho lo que tenemos por aprender de él. Luis escribió unas crónicas bellísimas, agudas y de un humor especial. Desafortunadamente muere a los 26 años. Escribía en El Espectador que continúa siendo un periódico abierto al libre pensamiento. María, por su parte, también atendía en su casa una tertulia, su fuerza era tal que Alfonso López Pumarejo expresó en carta a un copartidario: "María Cano nos ha colocado a usted y a mí, como a los demás liberales de Colombia, en una posición muy desairada. Confesémoslo cándidamente. Nosotros los liberales jamás nos habríamos atrevido a llevar al alma del pueblo la inconformidad con la miseria". (El Tiempo, 26 de abril de 1928).

Luis Fernando también nos aporta su opinión sobre el budismo: No hay que guardar distancias entre el espiritismo y el budismo, el budismo se define como una religión atea, de hecho Buda no creía en Dios, es una religión con principios de vida equilibrados, la esencia del budismo es el espiritismo. Continúa hablándonos sobre don Fidel: nació en 1854, su primo Rodolfo había nacido en 1848. Eran primos hermanos que se querían mucho. Don Rodolfo le enseñó francés a Fidel, esto le permitió leer a Víctor Hugo desde muy joven. A los 14 años viene a terminar sus estudios en Medellín, al llegar se dedica a escribir poesía para algunos periódicos. Despierta en él su vocación por la educación y el periodismo. Cuando termina el bachillerato no hace una carrera sino que se vincula al sector educativo como profesor en colegios de Medellín, Rionegro, el Retiro y Envigado. Tenía una gran vena como educador, más adelante vendrá la de penalista.

La familia de Rodolfo vuelve a Medellín. Existía una relación muy grande entre las dos familias, aunque don Fidel no era espiritista, era cristiano practicante pero con muchos problemas con la Iglesia. Estaba en contra de las grandes desviaciones y las exageraciones. Fidel escribía sobre esos temas lo cual propició su excomunión de la Iglesia Católica. El artículo que la motivó, publicado en El Espectador, no fue de su autoría, era de Mario Irama de Manizales. Este columnista criticó en su artículo de opinión el lujo de la preparación de las bodas de oro de sacerdocio del papa León XIII. El escritor comparó la enseñanza humilde de Jesucristo con el fasto de la celebración. La excomunión fue extensiva para quienes escribieran, compraran, leyeran, publicaran o hicieran pauta publicitaria en el periódico. Hasta el momento no ha sido levantada. A propósito, Tomás Uribe Márquez, primo de María, también fue excomulgado.

La prohibición de leer El Espectador aumentó las ventas, una reacción en apariencia difícil para una sociedad tan conservadora. En esa época las ediciones del periódico eran de cuatro páginas: La primera de publicidad, la segunda el editorial, la tercera las noticias y la cuarta de literatura. Pero no solo las ediciones de El Espectador después de la excomunión aumentaron, sino que la primera y la última página tuvieron que dedicarlas a la publicidad. Las ventas según los pedidos que se movían en la primera página crecieron. Para no cargar con el estigma social del pecado las cosas se hacían por debajo.

Don Fidel  en su vida pública guardó los principios de libertad de palabra y pensamiento. No obstante las restricciones, estas nunca fueron motivo para callar. Esto le trajo seis suspensiones del periódico, tres entradas a la cárcel y de los treinta y tres años que estuvo el periódico a su cargo, diez y ocho años permaneció cerrado. Defendía la equidad social como María, como Luis y como Rodolfo. Era generoso pero no paternalista. Justo en el trato laboral y dispuesto a dar de lo que tenía si alguien lo necesitaba. Le preocupaba el desarrollo de Antioquia, se dio cuenta que estaba estancada, detenida y promovió la agricultura, las comunicaciones y la minería. Propuso la apertura del ferrocarril del pacífico en su gestión como Senador de la República de 1910 a 1914. Para esa época ya existían el ferrocarril del Magdalena y el de Antioquia que se comunicaban. Por lo tanto, don Fidel  consideró innecesaria la propuesta de construir un tercero por la vía a Urabá.

María de los Ángeles Cano Márquez,

1913. Fotografía Rodríguez. Colección Biblioteca Pública Piloto de Medellín/ Archivo fotográfico. Reg. BPP-F-010-0675

Para hablar sobre María nadie mejor que una persona como Mario Arango, estudiarla ha sido su pasión. Empezó por decirnos que María Cano se sentía predestinada para la lucha social. 

Decíamos que Rodolfo perdió el puesto a raíz del ascenso del conservatismo al poder y que se dedicó a su colegio privado. María por su parte no asistió a ningún colegio público ni privado y se educó con su papá. Nació al año siguiente de la caída de la República Liberal de Colombia y en ese ambiente agnóstico y de espiritismo se desarrolló su vida. Al morir sus padres quedaron las tres hijas solas, una era fotógrafa, la otra era la Rura y María no hacía nada. A partir de ese momento, en su casa muy humilde, se dedicó a convocar a los grandes intelectuales de la época. Ubicada en  la carrera 41 con la calle 44, la casa aún existe pero en muy malas condiciones de mantenimiento. Las tertulias también fueron campestres, se desplazaban a sitios como el Morro del Salvador. Empezó a correr el rumor de que tres mujeres solas se reunían con borrachos y comunistas a tomar licor. El escándalo creció porque muchas veces después de la tertulia se iban a un café situado en Ayacucho con Pascasio Uribe. María Cano tuvo desde ese punto de vista una vida escandalosa. En 1910, 1912 no se concebía ese comportamiento para una mujer.

A través de las conecciones de María, El Correo, un periódico liberal muy completo con información económica, política y deportiva, le propuso que escribiera para ellos. Este periódico era dirigido por gente de izquierda, socialistas, libre pensadores, y liberales radicales. María que era muy amiga de Ciro Mendía había publicado algunos poemas suyos en su revista. Ella fue autora de poemas bellísimos que no se han publicado en las antologías antioqueñas. En mi libro, nos dice Mario, transcribí algunos.

En el periódico El Correo, empezó como cronista social. Visitó y escribió sobre los tugurios, sobre las cárceles, la pena de muerte y en defensa de los trabajadores de las petroleras. Abrió en La Biblioteca Municipal de Medellín unas conferencias o charlas en donde reunía a los trabajadores para leerles sobre Víctor Hugo, zola, Balzac y demás escritores importantes del momento, era algo increíble.

En esa época, 1924, se estaba planteando la conformación del partido socialista como tal y a su  vez se  verificaba el día primero de mayo como el día del trabajo. María nació en el mismo año de Los mártires de Chicago y eso para ella era de gran impacto. En uno de sus poemas habla de haber nacido en frente de la casa de Atanasio Girardot. Los trabajadores elegían en ese entonces a una joven bonita, atractiva y que cumpliera con una labor social para que los representara y la llamaron La flor del trabajo. Eligieron a María y ella aceptó el reconocimiento. Para cumplir con su responsabilidad María no pensó en organizar bazares, sino que se dedicó a luchar por los trabajadores y a incitarlos a defender sus derechos. Había entonces un periódico socialista que tenía una bandera roja con el símbolo de los tres ochos que ella adoptó. Su primera misión consistió en visitar las minas de Remedios. Para transportarse le tocaba utilizar tren y otra parte a caballo. Arrancó acompañada de los trabajadores que eran llamados y considerados apaches. En esa primera gira la invitaron para la constitución del Partido Socialista Revolucionario. Ella tomó el tren en Puerto Berrío y pasó por cada población haciendo sus mítines. En Bogotá la recibió Ignacio Torres Giraldo, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de Colombia. Vinculada de lleno al partido socialista la llevan en campaña desde Girardot hasta Santa Marta, estuvo en Santander, en Barranca, en Boyacá, en Popayán y Buenaventura con la bandera roja, la acompañaba Raul Eduardo Maecha. Él llevaba siempre un mimeógrafo y a donde llegaban sacaba los panfletos. María se destacaba como una gran oradora. Se dice que ella y Gaitán fueron los mejores oradores de Colombia.

Posteriormente estuvieron involucrados en una revolución grande, La masacre de las bananeras. Teniendo en cuenta que había pasado por allí y como el poder de convocatoria de María era muy grande, se la adjudicaron. El partido socialista  apareció entonces con algunos liberales de izquierda que venían de La guerra de los mil días con el propósito de tumbar a  Cano. Este complot fue famoso porque en el Líbano Tolima se tomaron las armas y el municipio. Empieza la época oscura para María. Pasaría a la historia como La Flor del trabajo.

El partido fue creciendo ya llenaba las plazas de intelectuales y  sindicalistas. Había una gran influencia de la Unión Soviética y muchos colombianos migrando a Moscú. El partido Socialista Revolucionario pidió en los congresos la adhesión a La Internacional Comunista que orientaba el camarada Stalin y mandaron un grupo a capacitarse a Rusia, Diego Armando Rodríguez  e Ignacio Torres entre ellos. Se convoca entonces un nuevo congreso del partido pero las instrucciones pedían hacer un cambio de nombre. Se llamó Partido Comunista Revolucionario (1929-1930).

Había líneas políticas de La Unión Soviética que advertían que no podían ser golpistas ni provocar subversiones ni golpes armados. Los de la Línea Moscú se impusieron y derrotaron a María y a Ignacio. A La Flor del Trabajo la marginaron. Esto ocurre en 1930 cuando sube a la presidencia Olaya Herrera. La mayoría de los miembros más prestantes del partido se deslizaron hacia los liberales y dejaron sola a María. Los del partido comunista la nombraron suplente del Comité Central, después de ser  la segunda líder. María se margina y se ve obligada a trabajar en la Imprenta Departamental y en la Biblioteca Municipal. Torres, que era su compañero sentimental, se va para Rusia y le deja a uno de los hijos de su matrimonio.

Era una época muy compleja para la mujer. No podía asistir al bachillerato ni a la universidad ni ejercer el derecho  a la elección popular ni  a los cargos públicos. Todos a partir del momento olvidaron a María, nadie la reivindicó. Luis Fernando considera que la aislaron porque les estaba quitando el puesto. La sociedad le cobró su insolencia. A las jóvenes rebeldes en los colegios les decían en ese entonces, Marías Cano. María no tenía ambiciones políticas sino deseo de servir, pero ella como mujer no cabía en el establecimiento.

Opina Mario, que Belisario Betancur fue el único político que la recordó posteriormente. Nombró a Eddy Torres, el hijo de Ignacio, director de la Biblioteca Nacional.

Anotaciones sobre María Cano leídas por María Jaramillo: Conoció a Ignacio Torres Giraldo, el único compañero sentimental  en su vida. Bruto, ególatra y dictadorzuelo, así lo ha calificado Mario Arango Jaramillo en su libro. Ignacio Torres Giraldo, más tarde nombrado secretario general del Partido Comunista Colombiano, escribió en su obra María Cano, mujer rebelde: "Todavía le quedaban maneras bohemias y cierto exhibicionismo ajeno a la modestia, discreción y respeto a las masas proletarias (...). Incluso le recomendé que no usara vestidos de telas floreadas, sin mangas y con escotes exagerados". 

La película María Cano (1990) fue dirigida por Camila Loboguerrero, el argumento estuvo a cargo de Anabel Torres, quien lo construyó con base en el libro de su abuelo Ignacio, María Cano, mujer rebelde. Pero Anabel también viene siendo la nieta de María Cano. Ignacio Torres, el compañero de causa y partido de Cano, le regaló su hijo cuando tenía cerca de cuatro años. Lo llamaron Eddy Torres. María Cano lo crió como suyo. Él es el papá de Anabel, que también es escritora.

Sobre Luis Carlos Tejada Cano nos habló Luis Fernando Múnera: Luis era sobrino de María Cano. Nació en 1898, hijo de María Isabel, hermana de María y casada con Benjamín Tejada, educador y normalista. Cuando los colegios Públicos desaparecen dan paso a los privados religiosos. Llegan las monjas de La Enseñanza y de La Presentación. La educación deja de ser gratuita. Rodolfo Cano y Benjamín Tejada eran educadores que no querían acogerse a la norma, buscaban una educación diferente. Luis entra al colegio de su padre que era normalista. Los normalistas eran educadores de educadores. Era tan importante su preparación que los estudiantes para graduarse tenían que presentar tesis. Luis que para entonces ya tenía conciencia de la libertad de expresión y de la libertad de las ideas, escoge el tema de tesis y lo llama Métodos de enseñanza modernos. Se basó para ello en el Colegio Gimnasio Moderno fundado por Agustín Nieto Caballero, yerno de Fidel y esposo de su hija Adelaida. Cuando esta pareja se fue a casar, Luis Eduardo Nieto Caballero, hermano de Agustín, lo compañó a pedir la mano y quedó física e intelectualmente encantado de la joven y sorprendido de la familia.

El jurado de la tesis presentada por Luis estaba conformado por integrantes de la curia. El estrado renuncia, le entrega la tesis a la Iglesia y se la niegan. Se la devuelven a Luis para hacer las correcciones. Luis nombra un jurado de apoyo moral conformado por: Carlos E. Restrepo, conservador, expresidente de la República. Pedro Pablo Betancur, escritor liberal y Fidel Cano que estaba muy enfermo de cáncer del hígado. El jurado estaba representado por el Arzobispo Herrera Campuzano. Nuevamente le es negada. Un muchacho de 18 años enfrenta por segunda vez un incidente gravísimo. Eso lleva a  Luis Tejada a una oposición cerrada contra el establecimiento. Se va para Barranquilla en donde contrae la sífilis. En esos años ocurre el triunfo de la Revolución Bolchevique en Rusia. Luis se enamora del triunfo y publica sus artículos apoyado en esta impresión. Regresa de Barranquilla, pasa por Medellín  y sigue para Pereira.

En ese momento, época de oro de El Espectador, lo llaman para trabajar con ellos y empieza a publicar sus primeros artículos. Se establece en Bogotá y en tres o cuatro años alcanza a dejar una obra muy grande. Sus crónicas son didácticas y profundas y al mismo tiempo tan sencillas. Uno las lee y encuentra temas importantes con un humor finísimo y tratados con una gran fluidez.

La amistad con María la cultivó desde niño. Cuando regresó a Medellín se vuelven a encontrar. María es doce años mayor pero con su influencia siembra en Luis Carlos el espíritu revolucionario. Comparten en las tertulias, una actividad muy importante para ella. “Hacia las seis de la tarde los latidos del corazón de María de los ángeles se aceleraban y su frágil figura se agigantaba…" dice Mario Arango en su libro. Sus hermanas, María Antonia y María Isabel permanecían atentas. Asistían entre otros: Martín Guerra, periodista de El Correo liberal, Efe Gómez, ingeniero y escritor, León de Greiff, El negro Antonio José Cano, librero que tenía su propia tertulia, Horacio Franco, estudiante de la Universidad de Medellín (no se graduó por rebeldía), Miguel Agudelo, periodista y poeta, José Posada Echeverrí, un joven de quince años, artista, Emilio Jaramillo, Eladio Vélez y Abel Marín. Asistía también otra mujer, Susana Olazaga.

Reconocer el proceso histórico  de Colombia durante este tiempo nos da mayor claridad para entender el ambiente donde se desenvuelven estos personajes que hoy nos convocan. En el caso de La Guerra de los Mil días, no permitir la apertura política fue el detonante de la confrontación. El país venía de la hegemonía liberal entre 1861 a 1884, los conservadores estaban marginados y la Iglesia había perdido algunas prebendas. Cuando los conservadores retoman el poder en el 86, se las cobraron. El país estaba cansado y pedía una cosa distinta. Fidel pensaba lo mismo, pedía en sus editoriales la igualdad de oportunidades. En 1894 hubo una convención liberal para pedirle al gobierno la apertura en el campo electoral, el General Rafael Uribe Uribe la presidió, Fidel asistió en esa oportunidad. Pedían también la liberación de los gravámenes de aduana y la libertad de opinión. El gobierno las volvió a negar y eso desencadenó la guerra. Un grupo de conservadores asistió a la convención para pedir lo mismo, entre ellos Carlos E. Restrepo.

Observaciones leídas por María Jaramillo, sobre Luis Carlos: La primera crónica de Luis fue publicada en El Espectador, el 7 de septiembre de 1917.  Un año después de la publicación de esta crónica contrae matrimonio con Julieta Gaviria Jaramillo en la ciudad de Pereira. La esposa de Luis Tejada era prima de Luis Vidales. Tanto Tejada como el poeta Vidales, fueron formados y educados en la misma tradición culta, irreverente, librepensadora y antidogmática, de una red social que fue tejiéndose durante las guerras civiles de 1850 en adelante, desde el norte del Tolima hasta los confines de Antioquia.

Su estilo fue siempre progresista y de vanguardia. Hablaba con entusiasmo de innovaciones científicas, de la industrialización y de las revoluciones políticas y sociales. Según Tejada la vida pueblerina es aburrida, arcaica y hermética, enfrascada en "la autoridad obtusa y omnipotente de un alcalde y de un santo cura de almas". En contraste la ciudad con su ruido y su industria es vibrante, un lugar bello bañado de luz artificial que da "cierto poder mágico que aprestigia las cosas".

Era bastante crítico de la novela colombiana de su tiempo, a la que consideraba anacrónica y llena de una sensibilidad muy atrasada. No era momento de seguir esos pregones, no era tiempo de la elocuencia de lo que alguna vez Octavio Paz llamaría “la conquista de lo cotidiano maravilloso”, La crónica como arte fue lo de Luis.

Dejó en claro que la prensa podía llegar a ser bastión de una estética literaria dispuesta a un público mucho más amplio. Tejada, aparece como uno de los fundadores de lo que podría llamarse la primera generación literaria que ha tenido el país, Los Nuevos.  Artistas como Luis Vidales, Jorge Zalamea, José Mar, el caricaturista Ricardo Rendón, León de Greiff y Silvestre Savinsky. La verdadera intención de su escritura estaba en la mezcla de la reflexión filosófica que él mismo proponía, sus meditaciones en una butaca eran canto a la modernidad y el ocio. Los perros callejeros, los pantalones, los vestidos, la corbata, las sillas o un sombrero  eran refugios del pensamiento.

Fue siempre un hombre de izquierda, comunista declarado y admirador de Lenin. Militó, junto con Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay, en el liberalismo. Murió el 17 de septiembre de 1924 en Girardot, donde había viajado por consejo médico, acompañado de su esposa. Ese mismo año  en mayo 15, había muerto su hijo recién nacido.

Vivió de y para escribir, y lo hizo en la prensa, pues la publicación de un libro en aquel entonces suponía grandes dificultades.

El mismo año de su muerte se editó su único libro, Libro de crónicas, el cual no pudo ver impreso.


 

Inteligencia, bondad y visión fueron las virtudes que le atribuyeron personas como Jorge Zalamea, y una ironía inherente a todo buen observador y a todo revolucionario. Germán Arciniegas lo designaría como príncipe de la crónica o filósofo de lo cotidiano.

El Espectador:

Cuando don Fidel vivió en Rionegro, sacó su primer periódico, se llamó La Idea. Al volver a Medellín fundó con Camilo Botero la Revista Industrial porque compartía con él la premisa del retraso del departamento de Antioquia. En 1879 había comercio pero se traía todo de afuera.

El periodismo en ese entonces era un periodismo de opinión, con el General Uribe Uribe, Fidel funda el periódico La Unión en 1881, La Consigna en 1882, El Trabajo en 1884. Para 1887 funda El Espectador y en el editorial hace una declaración: “El Espectador trabajará en bien de la patria con criterio liberal, y en bien del partido liberal con criterio patriótico”. Declara también que trabajará en bien de la libertad, en bien del desarrollo de Antioquia y en bien de la cultura. El Espectador fue muy solicitado pero afrontó muchos inconvenientes, en 1888 sufre la primera suspensión y don Fidel es excomulgado. Durante la Guerra de los Mil días también cerraron el periódico.

En el gobierno de Rafael Reyes, Fidel cierra nuevamente el periódico porque no hay ambiente y se dedica a trabajar con Marceliano Vélez, Carlos E. Restrepo, Manuel Uribe Ángel y Rafael Uribe Uribe para restablecer la unidad colombiana. En  1913 ya Fidel es senador de la república y Carlos E. Restrepo presidente, se había consolidado el espíritu de la reforma constitucional de 1910, entonces se reabre el periódico en Medellín pero ya no tiene el mismo auge.

Luis Cano, hijo de Fidel y cónsul en Chile, le propuso abrir en Bogotá. Don Fidel aceptó pero se quedó al frente del periódico en Medellín. Luis se va con su hermano Joaquín a la capital y se asocian con Luis Eduardo Caballero que es hermano de Agustín  ya casado con Adelaida otra hija de Fidel. El espectador empieza en competencia con el Tiempo. Cuatro años después cierran en Medellín y se establecen en Bogotá. Luis se retira y le deja el periódico a Gabriel.

Otro de los cierres del Espectador fue ordenado durante el gobierno de Rojas Pinilla pero los Cano nunca bajaron la guardia frente a los problemas del país. En 1989 cuando la bomba del Espectador fue inevitable la bancarrota, el seguro no cubría los actos de vandalismo. En 1997 el Grupo Santo Domingo compró el periódico. Los Cano y Luis Fernando, quien  lo expresó de manera particular, agradecen a los nuevos dueños por sostener la ideología del periódico.

Fotos: Cortesía José María Ruiz

Transcripción: María Jaramillo