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Locura o seducción

09.04.2015 18:07

La religieuse

Una obra escrita por Denis Diderot

Ensayo de Guillermo Aguirre González

Viernes, 27 de marzo de 2015

La religiosa es un ejercicio literario, en él se detecta el diseño. La obra ha sido pensada e imaginada antes de ser llevada al papel. Diderot en sus sociabilidades parisinas, se encuentra con alguien que le informa de una monja escandalosa por sus deseos de renunciar a los votos. El escritor convierte esa información, en una novela con un manejo excelente del tiempo y la tensión. Hace que la imaginación del lector excite los sentidos. El cuerpo, la carne, es impactada por unas dicotomías: indignación y lágrimas; deseo y traición; poder y vileza. El lector entra en venganza contra esas instituciones que le han negado a la joven Susana la vida. Susana narra en primera persona. Susana cuenta a un marqués su paso involuntario por varios conventos. Diderot hace que Susana le dé la palabra, por artificio de la literatura, a cualquier personaje necesario para encarnar la tiranía, la inocencia, el deseo, la locura, la bondad, la complicidad, el poder y la traición.

La historia está ubicada en el tiempo del siglo XVIII y en el espacio de la ciudad de París. Hay escenas que obligan al lector a invocar el contexto histórico social y político. El nacimiento de Susana fuera del matrimonio eclesiástico, la condena a la esclavitud y hace que el padre, la madre y las hermanas, muestren la vileza que se esconde en la sociedad patriarcal y católica. La vida conventual impuesta a Susana hace que ella se rebele y con su rebeldía expresa la bajeza de la monarquía convertida en tiranía absoluta, dentro y fuera de la iglesia. Los castigos impuestos a la carne joven de la mujer de diecisiete años, devela la animalidad humana sacada a flote por el fanatismo... "Entre todas estas criaturas que ves en torno mío, tan dóciles, tan inocentes, tan dulces, ¡pues bien!, hija mía, no hay apenas una, apenas una, que yo no pueda convertirse en una bestia feroz; extraña metamorfosis para la que la disposición es tanto más grande cuanto más joven". Dice una abadesa que reflexiona con Susana.

La belleza extraordinaria de Susana, su voz de ángel, las notas que saca al clavicordio, la blancura y el terciopelo de su piel, hacen que la represión sexual se trasgreda y que el deseo liberado se choque contra la institución. En las vírgenes seducidas por la belleza y castigadas, sus mentes entran en barrena: es la locura.

Entre tanta maldad y crueldad, ejemplarizada en la historia de Susana, ella misma recomienda, con actitud anticlerical: "Mate a su hija antes de encerrarla en un claustro contra su voluntad; sí, mátela. ¡Cuántas veces he deseado haber sido ahogada por mi madre, al nacer! Hubiese sido menos cruel". El bien está encarnado en la abadesa que reflexiona y el abogado que ejerce el derecho. El lector está obligado a preguntarse por la existencia del derecho en una sociedad sometida a dos monarquías absolutas: una la del espíritu y la religión; la otra la de la política y la economía. Diderot defiende el derecho como el bien y la razón. Desde los años 1680 el capitalismo europeo, por su mecánica sociopolítica, destruyó la economía feudal y el derecho de sangre. En su lugar puso la monarquía absoluta secular y el derecho positivo, el mismo que le permite al abogado de Susana velar por sus derechos como ser humano.