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María Jaramillo en la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango

04.11.2014 16:33

La mayoría estamos conscientes de la futilidad de publicar un libro por fuera de la academia, de los reconocimientos y sin haber hecho algo meritorio o que despierte la atención de los medios. Significa ser muy valiente, muy optimista o tener una maravillosa confianza en sí mismo. ¿Y qué tal… si  las motivaciones son otras? Después de todo hay quienes se inclinan por creer en la afirmación según la cual, no podrás perder nada más, cuando ya lo perdiste todo. Este no sería el caso, puesto en otros términos, el libro puede ser tan bueno, como para gustar o tan malo, como para producir lástima, entonces volverás a casa con todos tus libros. Te tocará aceptar que perdiste, por lo menos, la inversión y eso significa dinero. Claro, si tienes unos buenos ingresos, solo fue cosa de gastar en lo que querías. Especular puede ser en muchos casos la razón para desistir. Hay que estar por encima de todo lo anterior para arriesgarse.

No estaba segura de asistir a mi cita con Catalina en la Débora. Tuve casi cuatro meses para pensarlo y quince días antes experimenté la sensación de haberme liberado del asunto. Desde enero de 2014  me propuse publicar un libro. La idea era desprenderme de todo protocolo, no pretender nada diferente a la satisfacción de hacer de cada momento una circunstancia para involucrarme en el texto, vivirlo y reconocerlo como si no se tratara de una creación personal. Entablar un diálogo verso a verso, descolgarme por ellos hasta revivir de memoria sus orígenes. ¿Quién, sino yo, puedo aceptarlos?  ¿Acaso el poeta puede explicar su experiencia? ¿No pasan por un trance, donde después de apoyarse en los conceptos reconocidos, se desligan de casi todo hasta llegar al campo de lo inexplicable? ¿No es en el mundo de las sensaciones, en el  de la introspección, en el de la cábala, donde la creación tiene su encanto? ¿El olor, el sabor, la textura, los colores, el sonido y dentro de todo esto, el sexo; no conducen a veces a un estado de dolor y placer  tan intensos, como para expresar en palabras lo sentido y hacer notar su importancia? ¿No puede ser la ciencia o la filosofía una fuente donde bebe el poeta sin prestar atención al método?

Así, entre pregunta y pregunta encontré en las respuestas mis motivos para darle luz a la creación poética, quedaba algo por aceptar, nombrarme. Aparecer en público significaba perder en parte la dulce sombra del anonimato, explicar lo que hago, lo que hice, mis aspiraciones y lo más difícil, mi vida. Los ensayos para presentar mi libro, una lúdica llena de vivencias, integrada a la capacidad creativa del otro, me hizo recapacitar unos días antes de mi participación en Envigado se escribe,  en la necesidad de mostrar sin pudores  mi experiencia. Creo en el valor de todo esto, creo en la importancia de transmitirlo, de recopilarlo, de compartirlo. Creo en la innovación como uno de los motores para conmover, en esa idea me soporto. Busco integrarme, abrir los horizontes de mis limitaciones con la capacidad de los decididos, los amantes, los satisfechos, los originales, muchas veces tan anónimos como yo. Hay que romper muchos lazos para hacer más dulce el proceso permanente de entendernos, eso bastaría para explicarme como escritora, lo demás  quiero contarlo en mi libro.

Agradezco a Catalina Garcés como representante de la Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango  su invitación. Encaminó la conversación para hacer más interesantes los aportes personales y de los asistentes. Agradezco a todos ellos por dedicar parte de su tiempo en entablar una relación con algo tan íntimo y a la vez tan nuestro como el poema, confiaron en mí voz  y espero haber despertado en ellos la agudeza de la reflexión. Fue un momento decisivo en mi proceso de relación con la escritura, un estímulo. 

María Jaramillo Villegas

Fotos cortesía de Juan Alberto Vélez Valencia