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Médico, poeta y músico

18.05.2015 12:00

Médico, poeta y músico

Juan Fernando Uribe

Admiramos a Juan Fernando y disfrutamos en La Biblioteca y Parque cultural Débora Arango de su presentación, su lectura, sus anécdotas y de esa postura frente a la vida tan equilibrada, honesta y contagiosa. Juan Fernando, es un artista que tuvo la buena idea de hacer de su vida una obra de arte. De sus estudios, su núcleo social, sus pacientes y de su trabajo como médico, sacó conclusiones que hoy aplica en uno de los momentos más especiales del ser humano. Se dedica a lo que le gusta: canta, hace música, escribe, aprende nuevas cosas, hace poesía; casi como un adolescente cualquiera o tal vez mejor porque atrás quedaron las premuras y las responsabilidades mayores. En una palabra, vive. Vive, cuando en nuestra sociedad no es común encontrarnos con personas que asuman su tiempo de jubilados como el postre. Él lo soñó, se buscó una buena fórmula, seleccionó ingredientes de calidad y lo fue preparando al calor de su familia. Ahora lo disfruta y nos permite a los amigos tomar parte. Por eso lo hemos seguido y por eso, hoy queremos darle en nuestra página un lugar como artista invitado.

Este es uno de los cuentos que nos leyó ese día, es parte de su relación como médico con el ambiente sórdido de la ciudad, nos da una idea más próxima de su experiencia. Para él no debe ser publicado, pero accedió y finalmente nos autorizó. 

Cicatrices

Exhibía las cicatrices de las heridas que no lo pudieron matar.

Esta fue un balazo – decía – me entró por la espalda y me salió junto al corazón, pero me operaron rápido en el San Vicente y me salvé. Esta otra, decía señalando a un costado, fue por cuatro puñaladas que me pegó uno que era “parcero” mío en la fiesta de una “pelada”…

-¿Y la de la pierna? , pregunta el médico. Ah! esa otra fue de un balazo que me pegó un policía cuando no pudimos “coronar” un trabajo en una bodega por Barrio Triste.

El muchacho seguía hablando sin demostrar fatiga alguna, ni la ansiedad propia de una consulta médica. Simplemente respondía ampliando las respuestas sin meditar en las revelaciones, como si quisiera confesar una a una sus fechorías. El médico supo que era de los que solucionaba rápidamente los impases con  solo esgrimir un arma y disparar. Le decía que nunca le gustaron los puñales, que no eran tan efectivos, aunque si silenciosos, pero la costumbre de usar algo más rápido y preciso, le había hecho  desechar el uso de sus viejas navajas con las que de niño atracaba en los parques y en la terminal de buses del barrio.

No fue nunca muy locuaz ni amiguero, pero compartía con los compañeros de la banda las bondades de la acción, el vicio y el panorama desde la esquina desde donde divisaban por los cuatro costados las personas que caminaban o invadían ese territorio siempre a la expectativa del enemigo  o de la policía  dispuesta a la disputa por el botín..

Siempre existieron refriegas y problemas durante los “trabajos”: hablaba de atracos, extorsiones, pequeños y rápidos secuestros, robo de carros o simplemente el piratear furgones llenos de “mercancía” con los que se encontraban en la avenida grande a la salida del barrio y que luego ingresaban presurosos hacía los vericuetos de las callejuelas, allá donde se insinuaban los tugurios en las primeras pendientes de la montaña de basura.

-Muchos tropeles con los “tombos” “dotor”, decía, cuando no lo quieren matar a uno le quieren robar la mercancía que uno “camelló”….hace unos días nos habíamos “robao” unos computadores y por la noche cuando estábamos “parchaos” en la tiendecita de doña Margarita tomándonos unos “chorros”, cayeron los “tombos” y nos metieron en la patrulla, a mí y a otros tres “parceros”, y nos llevaron hasta el callejón del Hueco y nos dijeron que no nos mataban si les decíamos donde habíamos “encaletao” los computadores que eran como televisorcitos, y nos pusieron los “fierros” sobre la cabeza y nos dijeron que habláramos “de una”. A nosotros nos dio miedo porque de todas formas nos iban a matar apenas se lo dijéramos. Ahí sí que cierto.  Entonces  yo les dije que les decía si íbamos todos juntos y negociábamos porque todo no podía ser solo para ellos y que si querían “matanos” que nos mataran ya, pero se quedaban sin la mercancía y perdían plata y además quedaban “embalaos” en el barrio, porque con seguridad a la salida ya los iban a estar esperando para “dase” plomo con ellos.

Y sí, fuimos a los ranchos con cuatro tombos mientras otros se quedaban “gafiando” desde la patrulla. Cuando entramos al primer rancho estaban como cinco “parceros” tomando “guaro” y “enfierraos” cuidando la caleta. Ahí mismo que vieron los “tombos” se les pasó la rasca y ya iban a “dase” candela, pero yo los tranquilicé y les dije que afuera había otros cuatro más y que no hiciéramos escándalo, que los “tombos” querían llevase para ellos cuatro computadores y que después se iban, que guardaran los fierros. En esas oímos que afuera se prendía un “candeleo” y antes de que pudiéramos salir a ver qué era lo que pasaba, el “ Guajiro” uno de los pelaos que estaban bebiendo, le “estalló” el “mazo” a un tombo en la cabeza y le apuntó a los otros tres mientras nos asomábamos a ver cuál era el alboroto. Cuando salimos no había nadie en la patrulla y tenía las luces prendidas, nos fijamos adentro y había un “tombito” muerto, el más “sardino” de todos, así como de la edad mía, un “sardino” y ni rastro de los otros. Después nos dijeron que se los habían  “llevao” por detrás del morro y que a uno le sacaron los ojos y a otro le cortaron las “guevas” por “faltones”. A los otros como que los ”empelotaron”, les robaron los “fierros” y los dejaron ir para que le avisaran a los demás que “zonas” con la “gallada”, que había que respetar los “trabajos”, que si querían conseguir billete que hicieran ellos mismos “esas vueltas”, que “pa´eso estaban bien enfierraos”…

-Esta cicatriz que tengo aquí ,fue por un “tiro” que me pegó un “tira” del DAS después de un atraco al Banco Cafetero hace diez meses. Ese sí que fue un “rollo” bien “teso” porque imagínese “dotor” que habíamos ido El Chumi y yo como a las nueve de la mañana al banco “enfierraos” con una “metra” y una Mauser de nueve milímetros que le habíamos “quitao” a un cabo de la brigada cuando se emborrachaba en una cantina por allá en Belén… entramos al banco casi de primeros y yo me fui derechito a la primera caja y El Chumi se quedó vigilando con disimulo desde la puerta con la Mauser debajo de un saquito rojo que llevaba; y sí, cuando yo estaba al frente de la ventanilla encañonando al cajero y esperando que se me viniera todo ese billeterío, aparecieron un par de “tombos” de los verdes en la puerta y se “pillaron” el “parche”, pero yo ya tenía parte del billete  encaletao en una bolsa del “Éxito” y me “abrí” a un “lao” sacando la metra, mientras que El Chumi que estaba pegadito de la puerta le disparó a uno de los “tombos” tirándolo de una al suelo y luego empezó a “dase” “fruta” con el celador y yo de una corrí ahí mismo sin fijarme en nadie, sino que salí a “toda” y detrás de mí El Chumi herido y uno de los “tombos” gritando que nos cogieran, pero que va, ese “man” estaba “cagao” de miedo y lo único que hizo fue gritar pero no nos siguió persiguiendo sino hasta la vuelta y de ahí ya derechito nos quedamos solos El Chumi y yo con el billete. En esas oí un disparo y vi que El Chumi se caía de “lao” quejándose y diciéndome “pilas guevón que me dieron” y yo que lo veo “morise” y me emputé a correr muerto de susto pero sin soltar el billete y el “fierro” que tenía en la bolsa y me tiré por entre la gente que toda se estaba “abriendo” gritando y yo corrí más rápido y ya sudando como si me hubiera “tragao” un motor, pero no sabía “pa´onde iba”. Seguían disparando detrás pero los tiros se oían lejos y no sabía quiénes eran. Seguí corriendo y después de un esquina me metí a lo que se parecía a un motelito de esos donde van las parejitas a “pichar” y de una subí unas escalas y me encaleté en una pieza que estaba abierta y me escondí debajo de la cama a esperar que todo pasara.

Al ratico oí una gritería a la entrada del motelito y de pronto una patada en la puerta de la pieza y un “man” que me gritaba “hijueputa salí de ahí y entreganos la plata”….ya “frescos” les dije, aquí está y salí de debajo de la cama con las manos arriba y ví a esos dos “tiras” asustaos y coloraos como dos “piscos” apuntándome con los “fierros”. Luego uno de los dos metió la mano debajo de la cama esculcando y  cogiendo la bolsa con el billete y la  “metra” diciéndole al otro “mirá guevón que mundo de plata” y yo “parao ahí como una gueva” con El Chumi muerto y viendo como se me llevaban el billete. ”Estamos hechos llave” le dijo al otro y después del “trueno” que me cegó no volví a saber nada sino hasta que me desperté en el hospital al otro día, todo “operao” con esta cortada, lleno de sueros y con una “manguera” dentro del “chimbo”… y lo que resultó fue que los “tiras” me dispararon y me dieron por muerto y cuando estaban haciendo el levantamiento, se dieron cuenta de que todavía respiraba pero ya no me pudieron rematar y les “tocó” “llevame” al hospital con el juez que hizo todo el “papeleo”.

-Si “dotor” es que a uno le pasan unos “casos”, pero fresco “mijo” que la vida pasa y si uno se tiene que morir, se muere, pero no importa, ya de todas maneras le arreglé el ranchito a la “cucha” y a mi hermanito el chiquito le compré “ful” ropa y lo matriculé en el colegio de las monjitas allá arriba por la cancha y yo estoy viviendo en Santa Cruz con la “pelada” y estamos esperando un “pelao” para agosto. Ella está haciendo el control aquí, claro en el barrio, pero es mejor que vivamos por fuera porque uno nunca sabe a cuál “man” se le daña el corazón y la “mete” contra uno o contra la “pelada” y “zonas“ ”dotor”, que a mi me maten, pero a ella, mejor dicho a ellos, sereno, nunca, no les puede pasar nada, ni a ella ni al “pelao”. Huy ¿Qué cómo?…¡me enciendo a bala con cualesquier hijueputa!, y sabe que a mi casi no me importa “morime”, si me tiran y caigo ”fresco” que ya ví al Nacional “championar”, además ahí están los otros “parceritos” que me cuidan y a la “bulla de tropel”,¡ todos somos varones y con el que se tenga uno que “doblar” se “dobla” uno y fresco….!

El médico lo miraba asombrado mientras hablaba y se ponía la camisa después de haberle mostrado las cicatrices.

-¿Y qué te pasa ahora?, preguntó el galeno.

-Es que tengo un dolor de estómago muy “barro” y una “cagaderita” con sangre ….

-Vamos a ver…. se dispuso el médico a examinarlo.

Después de un breve examen en la camilla el muchacho se incorporó sentándose de nuevo al frente del escritorio del médico.

-Tienes una amibiasis y eso te pasa por estar tomando agua cruda y estar comiendo “cosas de la calle”…

-¡Ah!  ¿y entonces?

-Te voy a dar una formulita para que te alivies…

JFU