Merceditas y el paraguas
Lola: Arriá, Melitón, la vaca que tumbó la talanquera. hacé callar al
siringo que hace rato está ¡late que late!
echále un ojito a la olleta y batime el chocolate.
¿Quién estará allá en la puerta que oigo que tocan y tocan?
¡Ya la tienen bien pelada!
Melitón: Debe de ser Merceditas. ¡Qué vieja p’a madrugar!
Se mantiene desvelada. Debe venir de un velorio.
Lola: Pero… hoy madrugó mucho más
¿Será que no tiene oficio, semejante vejestorio?
Melitón: Que oficio va a tener. Ya, la pobre, no hace nada.
Debe estar sin un aliento, y con esta llovedera
debe venir empapada.
Lola: ¡Magoooooola!
Magola: ¡Señoooooora!
Lola: Abrí ligero la puerta que ya la van a tumbar
¿quién es?
Magola: Mercediiiiiiiiitas.
“Merceditas era una vetusta matrona, de mente estrecha,
bastante dicharachera, olvidadiza, y muy religiosa.
Siempre andaba discutiendo. Siempre tenía la razón”
Magola: ¡Éntrese p’a dentro, Merceditas, que se moja!
¡Cómo salió, Merceditas, con la mañana tan fría!
¡Aquí tiene una toalla para que se seque la espalda!
¡Le va a dar una pulmonía!
Póngale parches a ese paraguas. ¡Ya tiene muchas goteras!
Ya parece un colador. No le cabe un solo roto.
¿Es que espera le den otro? O ¿piensa ganar el baloto?
Siéntese. Mientras tanto le doy cafecito caliente.
Mire que está tiritando.
¡Y, está bien remojada de la cabeza a la cola!
Siéntese, mi viejita, que ya viene doña Lola.
Lola: ¡Por Dios, Merceditas! Si es que está bien empapada.
¡Por la Virgen y los Santos! Fíjese bien cómo es que anda.
¿Dónde dejaste las gafas? ¿Qué pasó con la bufanda?
Merceditas: ¡Fijate! Me mió La Niña. Me orinó bien orinada.
Lola: ¿No estamos, pues, en verano? O ¿¡Cómo es la carajada!?
Merceditas: Yo no me trago esos cuentos. Los sabios no saben nada.
Ya todo anda patas arriba, y los tiempos se han cambiado.
¡Qué tiempo tan incumplido! junio y julio eran de verano.
La borrasca era el tres de mayo, y marzo era bien florido.
En agosto eran las cometas. Eran ciertos los refranes:
“abril aguacero mil”, “octubre de aguas se cubre”.
Añoro los tiempos idos.
Lola: Y… ¡Hablando de tiempos idos!
Anda diciendo la gente que ya sos bicentenária,
algo que no puede ser. Que conociste a Llorente
y que el florero era tuyo.
Y que sin ningún rubor, salías con Santander,
por las calles y los cerros.
Mientras le echabas los perros al mismo Libertador.
Merceditas: Ya empezó la tiradera, pareces un sirirí.
O me soltás de una vez,
o te tiro aquella mica, o repito con el ex…
te doy en la cara… Lola.
Lola: Hablando en serio, ¿Vos en qué cartilla aprendiste a leer?
Y no me vas a decir que fue en la de tu sobrinito:
Coquito, Nacho o Pablito.
Merceditas: P’a decirte la verdad, aunque adivines mi edad,
porque por ahí va la cosa. En, “Alegría de leer”.
La de un tal Quintana Rosa.
Lola: Ay, mija. ¡Qué tiempos bellos!
Parece que fuera ayer cuando aprendimos gagueando:
“El enano bebe”
“Olano une la lona”
“El osito sale solo”
“Inés besa a su mamá”
Merceditas: “Mi mamá me ama”
“Lola no baila ni lee”
“Paco le toca la cola a la vaca” etc. etc.
Lola: Hablando de etc. etc.
acordáte que a los niños nos tapaban las narices,
el aceite japonés o el aceite de higuerón,
para expulsar las lombrices.
¿Cuándo estabas en la escuela,
vos usaste cantimplora, p’a llevar el chocolate?
Merceditas: ¡Ay, mija! Yo el chocolate lo llevaba bien tapado
en botella de aguardiente.
Y me sentaba en la arepa, p’a
que estuviera caliente.
Lola: ¿Y tu mamá en el bolsillo no te echaba centavitos?
Merceditas: ¡Cero huevitos, cero pollitos!
En los pueblos el tiempo camina menos,
y las cosas duran más.
Lola: Las cosas y las costumbres. ¡Qué buenos los tiempos idos!
La primera comunión, y el cirio que se torcía.
La hostia que se pegaba, los guantecitos quemados.
La primera confesión, y el dolor de los pecados.
Merceditas: ¿Te acordás de los cuadernos, pasta feíta con las tablas,
y el logo de Fabricato?
el maletín de cuero A B C
el inspector escolar,
el huerto, la hora sabrosa,
los infinitos ensayos,
las misas de cachirula,
procesiones y desmayos.
Lola: La época de llanto y temblores.
El sombrerito y la ruana,
los exámenes finales
de cura y padres presentes,
visitador y campana.
Merceditas: La urbanidad de Carreño,
Historia de Justo Ramón
Y de Tomás Villarraga
Lola: ¡Repita, mija, repita! persona que se respete
debe saber de memoria las preguntas y respuestas
que nos daba el Padre Astete.
Merceditas: ¡Felices tiempos aquellos!
Los diciembres con pesebre,
novenas de casa en casa
con panderetas y pitos.
Los buñuelos de la abuela,
las hojuelas, la natilla;
la paila y el mecedor.
Las hojitas de naranjo,
canela, cocos y clavos.
El Niño con sus traídos;
los buscaniguas,
los totes, los globos, los triquitraques.
Lola: Semana Santa con matraca,
Magdalenas con peluca,
San Juanes con cara de Juanas.
El vaivén de aquellos santos,
en las largas procesiones.
Fritos los bollos o estacas,
las costras de maíz capio.
La cruz, el Santo Sudario.
El teatro Mariscal,
y Genoveva de Brabante,
con el Mártir del calvario.
Merceditas: Aquellos Sábados Santos:
El fuego nuevo y el agua
que uno llevaba en olletas,
botellas, ollas y jarras.
En Magueyes ensartados,
caramelos de colores
y formas provocativas.
Bien azulitas las rosas,
los gallitos colorados
y verdes las mariposas.
Y aquellas fiestas del “niño”
no eran del tal halloween.
Los disfraces de ese entonces,
bastante descomplicados,
eran indios y gitanas,
con collares de café.
O viejitos encorvados,
con trapos enzurullados.
¡Recordar es vivir de nuevo!
Lola: ¡También, hay otras cosas, mija!
Que es mejor no recordar.
Ojala la memoria fuera,
la facultad de olvidar.
Bueno… hasta aquí por hoy. Después… te sigo contando.
¡Magoooooola!
Magola: ¡Señooooooora!
Lola: Démele aquí a la presente chocolate con canela,
arepa de maíz sancochado, con quesito y… bien caliente.
Yo me voy a recostar pues ando un poco maluca.
¡Hasta mañana Mercedes!
Y no echés en saco roto, el paraguas y sus rotos.