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Monodia y otros poemas de Pedro Arturo Estrada

09.01.2016 17:11

Pedro Arturo Estrada compartió por primera vez su último libro de poemas en Queens, New York, en Octubre 29 de 2015, pero también se acordó de su tierra. Varios fueron los lugares elegidos para que su público de siempre,  y  nosotros sus seguidores, lo escucháramos.  Sus palabras de presentación hicieron eco en mí y durante todo el recital  pensé de manera recurrente en el título. El poeta leía, pero había un dejo de lamentación en él. Era, como lo expresó  en la nota para solo gotas, una antigua canción desnuda, un llanto por el ausente diría yo. Hace dos años, Pedro Arturo perdió a uno de sus hermanos, esa noche él  lo recordó. Creo que había una razón para llamarse Monodia y por esa misma razón siento su libro como la palabra no dicha, la que siempre queda faltando cuando el ser querido se va, la que expresa el dolor y el deseo por volver a dialogar con él. 

María Jaramillo

Monodia y otros poemas de Pedro Arturo Estrada

Poemas cuyo tono permanece fiel a una voz ya probada por el tiempo y la vida, como una antigua canción desnuda, obsesiva, monódica, son los que conforman este nuevo libro de Pedro Arturo, escritos en su mayoría durante los dos últimos años en Nueva York. 

Se anexan al corpus principal, además, textos anteriores que el autor había dejado por fuera en sus publicaciones pasadas, con lo que el volumen disponible en Amazon  aumenta un poco ya que el poemario en sí consta: 29 textos en total.

El título hace alusión a la voz solitaria y un tanto monótona –un mismo tono- que de alguna manera el poeta ha mantenido, tal vez ajena a los vaivenes y modas de la poesía, pero depurada de ripios y brillos verbosos que un lector maduro reconocerá sin sobresaltos, pues aquí nos encontramos con el poema quintaesenciado, trasunto de lo vivido y lo conocido rigurosamente dicho, decantado y verdadero.

Pedro Arturo Estrada – Colombia -1956. Ha publicado Poemas en blanco y negro (Editorial Universidad de Antioquia, 1994); Fatum (Colección Autores Antioqueños, 2000); Oscura edad y otros poemas (Universidad Nacional de Colombia, 2006); Suma del tiempo (Universidad Externado de Colombia, 2009); Des/historias (Cuadernos Negros Editorial, 2012); Poemas de Otra/parte (Cuadernos Negros Editorial, 2012); Locus Solus (Sílaba, 2013); Blanco y Negro, nueva selección de textos (Letera Ed. NY, 2014) y Monodia y otros poemas (Letera, NY, 2015). Es premio nacional Ciro Mendía en 2004, Sueños de Luciano Pulgar en 2007, Beca de creación Alcaldía de Medellín, 2012 y Casa Silva, 2013, entre otros. Textos suyos aparecen en diversas antologías nacionales y del exterior. Ha sido coordinador de talleres literarios con el ministerio de cultura y algunas instituciones educativas de Colombia.  

SILENCIOSO HORROR

De los días que uno tras otro

no fueron la vida 

—que estuvo siempre en otra parte

 

Del camino que no elegimos

La dicha que pudo haber sido y desdeñamos

 

La verdad no vista a tiempo

La mano que no se tendió

y hubiera salvado algo

 

De la vieja costumbre de creernos a salvo

porque vuelve la luz a los ojos abiertos 

mientras duerme lo informe bajo techo

 

Rostro del horror escondido en la belleza          

—La misma luz de lo amado.

PERMANENCIA

Permanecerá sólo la devastación

La pesadez del cielo

en la pupila fría

 

De la tierra ascenderá entonces

el reclamo de lo muerto

La lengua del fuego imprecando

la masacre de los delfines

el desuello vivo de los pequeños

habitantes del bosque

la tortura del aire y del agua

cuyas voces ya habrán gritado

su sentencia inapelable

 

Permanecerá sólo la cuenca ávida del desierto

El vuelo rasante de la hoz

sobre los trigales del universo

 

Y en el fondo de todo la memoria

de unos dedos a cuyo roce

hubieran girado de otro modo

los goznes de la realidad

 

Las yemas de esa penélope del sueño

tejiendo y destejiendo una imposible

—belleza.

 

LA SOLA GRACIA

No obstante, el instinto

de asirnos a los bordes

 

De mantener la calma

frente al vértigo

 

La ingenua obstinación

por otro mundo

soñado en el vacío

 

Esta red de creencias

deshecha por el viento

llamada realidad

 

La gracia de fingirnos

habitantes del aire

 

Son el único triunfo

—todavía. 

                                                                                                                                                                                                       

MISERIA

Espuria promesa del reino

del país del mañana

cuando sólo teníamos ese trozo de pan

para el día siguiente

 

Cuando nos guarecíamos de la tormenta

bajo una piedra habitáculo de escorpiones

 

Cuando apenas podíamos copular en la sombra

avergonzados de nuestro deseo

de acunar esa pequeña llama

ese rescoldo de incendio en los ojos

 

Miseria de comprendernos mejor

cuanto menos palabras

cuanto menos sueños cumplíamos

cuanto más despojados

 

Miseria de no sabernos

de no querer saber

 

De no querer vivir

nada que estuviera

más allá de las manos.

 

MEMORIAL

Hubo un tiempo para el alto sueño del viaje

más allá de la casa, el sempiterno patio,

el comedor penumbroso, el corredor helado

 

Una hora para la epifanía

del grano de arena y las alas del pájaro

 

La simetría dorada, la cifra, el continuum

de la música donde fluíamos con los ojos cerrados

Tiempo en el que pagamos con oro toda fe

y aguardamos pacientes el regreso de la gracia

 

Esperábamos tanto de nosotros

Todo lo dimos, todo lo apostamos

esquivando el aletazo de la incertidumbre

 

De pronto algo se rasgó

La grieta apareció y por allí

el resplandor del infierno tan temido

 

La mañana dio un vuelco feroz contra los ojos

El sol se vino abajo

Se hizo polvo el cielo

 

Y no tuvimos donde poner el pie

que no fuera ya sombra

de lo muerto.

 

ANÁFORA DEL VIAJE

Haber visto singlar las horas vacías

Haber oído el canto de sirenas

y contemplado inermes el ojo del Cíclope

 

para nada, para espantar con débil gesto

las moscas que regresan al rostro

 

Haber esperado desnudos

ante la aurora que avanzó

como una novia entrando en la casa

 

Haber escuchado todo Bach

todo Mozart con el cuerpo vencido

bajo la araña metálica del clave

con el hueso ingrávido

sobre las armonías del Celeste

 

Haber leído las páginas

del mismo interminable libro

que fueron todos los libros

 

en tanto que la vida

—otra vida

huía veloz por la tangente.

***

Pedro Arturo Estrada

Del libro, Monodia y Otros poemas