Abraham
Por: Olga Elena Mattei
“Abraham,
el ser humano
aquel,
¡el del brazo levantado!
El que pierde de repente
su orientación vital
y el íntimo sentido
de toda realidad.
El siervo de arrodillas,
el anciano del pensamiento enajenado,
el patriarca del amor paternal,
el que incrédulo, escucha
entre la asfixia del pavor
esa voz
y aquella orden absurda
en confusión y dolor…
¡Cuánto te cuesta el acto
que una suprema voluntad
te ha impuesto bajo un pacto!
Cadenas de promesas
que no te atreves a romper,
obligación ritual
de absurdo hierro.
“No hubo jamás angustia igual
ni tan horrendo sino
ni una duda tan cruel.
Porque un Dios contradictorio
es lo mismo que un demonio…
Todo terminaría
en un universo/ destruido.
“Y yo hoy, Abraham,
seré tu propio Yo…
en ese perenne ciclo interno
que congeló tu cerebro
mientras te estabas preguntando
¿Qué hago yo, qué hago?
Y es en ese transcurrir desesperado,
Padre Abraham,
cuando yo,
sobrecogida
¡te acompaño!”