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Dos escritores en estado de gracia

22.10.2015 08:48

Una mirada a Macondo ad portas de la paz

Y entre el exilio y el perdón, poemas

Aurora Almar y José María Ruiz

Escritotes ganadores

Les gusta el relato, la poesía ; a él la fotografía y a ella el diseño. En gran parte sus vidas giran en torno a la escritura. De esa manera gozan y nos transmiten esa vitalidad tan propia de los seres convencidos de su trabajo y capaces de no entorpecer el ajeno. Con ellos se puede disfrutar del encanto de la palabra, compartir vino y poemas en cualquier lugar, alabar si hay méritos, así no sean propios, confrontar sus escritos y como ocurrió en este caso, dejarlos para que otros opinen. Un buen relato y una fibra poética vibrante hicieron con pocas palabras lo suficiente para recibir la aprobación. ¡Se llevaron el premio! y compartimos en un algo literario en El Retiro la alegría del reconocimiento. Recibieron los aplausos por parte del Tercer encuentro Metropolitano de Escritores de Envigado, organizadores de evento. Nos queda por decir: hay mucho camino por recorrer, llegarán otros momentos de gracia para ellos. Solo gotas se alegra de tenerlos entre su grupo de amigos y escritores.

Una mirada a Macondo ad portas de la paz - Relato ganador. Por: José María Ruiz 

Pasando por alto el que sea la españolización del plural para plátano en lengua Bantú y que significa alimento del diablo; o el de un árbol de madera dura y muy apreciada, por ende ya casi extinto; o el de un pueblito costero cercano  Pivijay  e inclusive el nombre de un juego de azar al que los Paisas llamamos “Toma todo”; lo que nos interesa como habitantes de las leyendas generadas alrededor de casi toda la obra de Gabriel García Márquez y en ellas mismas; es saber que Macondo es el mismo Comala de Rulfo o el Santa María de Onetti; lugares creados desde la imaginación, en donde todo puede suceder y que para nuestro Nobel Gabriel García Márquez, nada más y desde muy niño, le significó algo por lo sonoro del nombre, que había visto a la entrada de una finca bananera.

Pero no; nosotros necesitamos sabernos habitantes de un país, en el que como el hielo en cien años de soledad, vivir sea un milagro de todos los días; en el que del mismo modo en que vuelan miríadas de mariposas amarillas sobre los tejados blancos de un pueblito, también puede llover glifosato, metralla o tatucos guerrilleros y al final de semana siguiente, celebrar con bombos y platillos las fiestas patronales o el reinado mundial de cualquier cosa.

Fotos, José María Ruiz

Somos soñadores compulsivos por naturaleza ya hereditaria, dada nuestra desagradable realidad.  Tenemos que crearnos nuestro propio rincón feliz, nuestro nicho de confort en el cual encerrarnos a ser felices para no enloquecer. No es fácil sobrevivir a la manipulación, al borreguismo, al atraso social en todos los niveles. Es mejor saber que en alguna casucha de un pueblito fantástico, un viejo loco fabrica pececitos de oro, aunque claro; debemos asombrarnos porque en ese mismo pueblito están naciendo niños con cola de  marrano… entonces, hay que exorcizar los demonios y para eso, logramos que una de las tantas Remedios la Bella ascienda en cuerpo y alma a ese cielo posible en la imaginación calenturienta del habitante espectador agobiado, pero feliz.

Toca ahora preguntarse: ¿Lograremos alguna vez hacer real ese Macondo, vivir en ese Macondo;  o seguiremos nada más siendo felices porque tenemos un premio Nobel que nos interpretó de manera tan vívida que no logramos comprender a cabalidad y que creemos que lo que hizo fue inventarnos una fábula para que el mundo supiera en donde queda Colombia; un hombre al que en un momento de la historia repudiamos e hicimos huir del país?

Ahora y ya con lo que parece una luz al final del túnel; una lucecita que se debate para no apagarse entre la desazón de mil corrientes de aires enrarecidos y la esperanza, débil esperanza, pero enraizada sobre la roca de nuestras ilusiones, estamos a tiempo de, antes de que se firme realmente en La Habana un cese al fuego definitivo, desarmar nuestros corazones y nuestras mentes y empezar la reconstrucción de nuestra memoria, sin odios, ni sabores a venganza; podemos empezar a restaurar nuestra identidad cultural y también a reconocernos como seres humanos unidos por una conciencia cósmica y habitantes de un país, grande como territorio, grande como proveedor de recursos, grande por lo multiétnico, multicultural y multidiverso en flora, fauna y seres humanos de todo tipo.

Sí; ahora y es perentorio; tenemos que iniciar y concluir, antes que en La Habana firmen o no un cese al fuego definitivo, un proceso de paz con nosotros mismos. Podemos seguir siendo soñadores y será condición indiscutible; no negociable y seguirán las mariposas macondianas revoloteando sobre nuestros tejados y todos nosotros; Garciamarquez, FernandoVallejo y todos los demás, podremos por fin dejar que nuestros huesos y recuerdos, descansen tranquilos al lado de nuestras querencias.

Coinciden, García Márquez en “100 años de soledad” y Juan Gossaín en “La Balada de María Abdalá”, palabras más, palabras menos, que “uno es de donde tiene a sus muertos” Así pues, que, la verdadera paz será nuestra, cuando todos nuestros muertos y nosotros mismos, podamos dormir sin sobresaltos en nuestra tierra.

En resumidas cuentas; deberemos desarmarnos nosotros mismos, desarmar nuestros corazones, aprender que el otro soy yo mismo; mi hermano, mi espejo. Tenemos que darnos cuenta que si no somos capaces de firmar la paz con nosotros mismos, no podemos esperar que en La Habana, realmente se firme algo duradero.

Poemas ganadores. Por: Aurora Almar

Poema 1

Mientras cuento los eslabones del exilio

se aleja la palabra

¿Adónde va enarbolada de orgullo?

Al diálogo con el destierro

donde están los sueños inconclusos,

agoniza en la colina de la incertidumbre

donde los limites no colonizan la esperanza.

Devaluada en la esquina de la agonía

espera el auxilio de algún náufrago

que se niegue a seguir muerto.

Poema 2

Pido perdón por la sed que transita la alegría

en  esquelas de sombras,

por no haber nacido antes que la palabra,

antes que el primer insulto.

¿Pude ser Dios?

¿Crear el diccionario

sin la palabra

pecado?

Pido perdón por mi llegada tarde,

ahora las azucenas tiene el color establecido,

el rumbo del siniestro

precede el asalto de la infamia,

no se flagela la injusticia inquisidora

ni el amanecer en las fauces de las sombras

ni la incisiva indigencia del infierno

donde reposa la redención de las coronas.