El ritual
María JaramilloVillegas
Atrás, en la historia de un pueblo, se quedaron los pasos de la infancia,
el tropel de la vida acalla los últimos sonidos de la suela
contra el pavimento.
Me habita la penosa necesidad de redimirme,
la sombra del árbol copia viva del proceso se prolonga
en el mismo sentido de mis aspiraciones.
Llevo tejida mi trama con el hilo de los antepasados,
me sorprende la urdimbre de sus duelos, con ellos abrí el telón
secundada por los tramoyeros de mi obra.
Convivo con la sensación de haber visto esta comedia en otras épocas,
de encontrar en la temperatura del agua el gusto amniótico disfrutado
entre orillas de color y carne diferente.
Me reinventa el placer original, principio reactivo y capaz
de conjugarse con cada espacio que me constituye,
bálsamo aplicado sobre el contorno de mi epidermis.
Salgo de cara al sol para abandonar el camino de los dioses,
soy y seré, sin ellos, un campo de experimentación
una extraña coincidencia de compuestos.
Camino por el laberinto del discurso,
como parte del oráculo donde crece la dicotomía de la palabra
y se consigue la seducción o el engaño.
Vivo el desafío de mi enigma en un planeta de dos caras
donde el oxígeno que recibo como alimento me satura,
me convierte en herrumbre de regreso al origen.