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Un pequeño homenaje para un gran poeta

14.04.2014 03:27

Francisco Álvarez Hidalgo

Hace algunos años recibí un poema. Me lo envió una amiga con el consejo de visitar la página del autor. Así comenzó mi amistad con Francisco Álvarez. Con motivo del proceso electoral en Colombia, le pedí que me enviara uno de sus poemas relacionado con la política y no me respondió. Me pareció extraño, los sábados, mientras no estuviera de viaje, llegaban sus poemas. Llegaban como antes llegaban las cartas de los amigos de niñez y juventud y me producían el mismo efecto, un aliciente donde muchas veces encontré la inspiración. Le hacía comentarios que él respondía amablemente. Hay pocos poetas dispònibles para hablar sobre el tema.

Pasaron varios días... cuando vi su dirección en mi ordenador me alegré. No era el momento, su hija anunciaba a los lectores la muerte del poeta. Se había roto el hilo que hizo posible recrear mi sensibilidad con la suya. Me crucé algunas palabras con ella y le pedí el favor de buscar el poema. "La obra se defiende sola. Habla por el autor", yo  participo de esa opinión. He ahí una razón para dejar en segundo término la presentación de Francisco y empezar por el poema que en estos momentos es de actualidad entre los Colombianos:

Política

Alzaba el líder su mentón al aire
mirando desde arriba en arrogancia,
martilleando una tras otra, y otra,
sobre el pueblo gregario las palabras,
como quien clava ideas puntiagudas
en las desnudas mentes despobladas. 
Tantas mentes ambiguas
no han sabido vestirse, y se amortajan
con la túnica oscura, transparente, 
de la propia ignorancia.
Caminan indecisas,
sin voz, sin credo, erráticos fantasmas,
y la frase eventual, reiterativa,
determina el destino de sus almas.
Y marchan al compás de las consignas
que no entienden; y marchan, marchan, marchan.
Los líderes conocen la energía
de tácticas de miedo y amenaza
que oprime corazones
encerrados en pechos de hojalata.
Piensan, y a veces saben,
la ley de la artimaña, 
que el pueblo es un rebaño de borregos,
se lo conduce, bien o mal, y calla.
Tal vez alguien proteste, 
y alce la voz, rompiendo la mordaza, 
pero siempre habrá puños que sometan,
blandas exégesis, palabras vanas. 
Hasta que un día el pueblo de borregos
quizá empiece a pensar, y se desmarca
del sendero trazado, 
y asiendo el voto o esgrimiendo el hacha,
abra los ojos, cierre los oídos, 
y pierda el miedo, haciéndose amenaza.
El líder temblará, ya no arrogante,
careciendo de ideas y palabras, 
su autoridad perdida, 
a golpes de cornada.
Los borregos serán machos cabríos
arremetiendo, sin volver la espalda.

Los Angeles, 11 de octubre de 2004 

Francisco, una ilusión permeada por lo real

Por: María Jaramillo Villegas

La personalidad de Francisco se moldeó en medio de la guerra civil española. Su vida estuvo llena de experiencias. Mientras leo la biografía escrita por su hija voy repasando sus poemas y entre lo uno y lo otro se aclaran algunas inquietudes. Detrás de todo esto, como si estuviera dado ver su rostro, una presencia fina y diferente a la imagen de una fotografía. Los seres que se van dejan otro semblante que me sigue con su transparencia. Esta vez sin dolor, más bien gratificada y dispueta a seguir la ruta que parte desde Cantabria, pasa por Montreal y llega a Los Ángeles; la ruta del poeta Francisco. Lo adivino como niño, como joven investido de Capuchino, como apasionado estudiante de la historia, de la filosofía, de la teología y como el hombre que carga el peso de la guerra sin poder explicar más allá de la muerte de su padre en el conflicto. Veo pasar los años entre la añoranza de la familia y al fin…, la renuncia al sacerdocio para convertirse en profesor de escuela. Francisco era un ciudadano del mundo, un hombre con ganas de conocer cada país, sus costumbres, su pasado y su presente. La muerte de la madre lo invita a ser consecuente con ese anhelo. En este punto de la lectura, entre letra y letra, lo vuelvo a adivinar rodeado por sus poemas, abrazado a ellos pero firme en la decisión de seguir la llamada que no todos sentimos, tan cercana y tan distante a la vez. Es el momento de empezar la busqueda y entonces deja su patria. Ahí está, de nuevo tras del velo fantástico de la ilusión, con un ropaje diferente, tan parecido a Odiseo y con la sonrisa del que ya vivió el cuento y le da gusto oirlo en la voz amiga. Pone atención, aprueba ahora con rostro maduro el recuerdo de su llegada a Montreal; conoce a Catherine,  y como el personaje de Homero, siente que aún falta camino por recorrer y debe concluir lo iniciado, lo hace antes de definirse para formar una familia. Al regreso, Francisco y Catherine se casan. Su viaje de bodas va desde Europa hasta África del Norte. Pinturas, catedrales, monumentos, ruinas; sirvieron para nutrir en un futuro su inspiración. Durante algún tiempo la llegada de sus dos hijos y la responsabilidad de su familia coparon su vida. Ya establecido en Los Ángeles, veinticinco años después, reaparece como poeta.

Desde 1997 hasta el momento, Francisco escribió sin descanso, 3.600 sonetos en total y 31 volúmenes de poemas registrados. Construyó su sitio en la Web y el contador registra en la actualidad 300 visitas por día. Participó en el Concurso poético Internacional Bellido Dolfos, y ganó el primer premio con “La Asamblea de los Muertos”, obra que ha sido interpretada en España por el grupo de teatro La Tijera. Su estilo es clásico y tuvo la influencia de Machado y de Quevedo.

Francisco era… (palabras de su hija Carmen Álvarez): “Un buen carpintero cariñoso con sus mascotas, construyó pequeñas mansiones para ellas. Un buen fotógrafo y un afiebrado por la bicicleta. Cuando trabajaba, iba a la oficina en ella tres días por semana, era un trayecto de 18 km. El día en que cumplió los 60 años, hizo una excursión de 150 km. Después de jubilarse, además de su paseo diario de 3 km con el perro, hacía cada día un trayecto de 15 km en bicicleta. Su último paseo en las dos ruedas fue el 20 de enero de 2014. Día en que partió, dejándonos su legado de amor y poesía”. Francisco Álvarez Hidalgo nació en Los Corrales de Buelna, en Cantabria España, en 1935. 

Poemas de Francisco Álvarez

"Me hablaba desde lejos, repitiendo

las ideas ancladas en mi mente,

eco provocativo, efervescente,

de cuanto ayer mi mano fue escribiendo.

 

Me pensaba en voz alta; parecía

una extensión de mí, como si fuera

parte de mi alma y de mi piel; cualquiera

pudo decir que me pertenecía."

 

"He muerto algunas veces, pero todas

esas muertes han sido insustanciales,

indignas de elegías de rapsodas,

sin llantos de otros y sin funerales.

Cuando morí de ti, fue apagamiento,

definitivo golpe de guadaña

refractario a ulterior renacimiento,

como si me aplastara una montaña."

 

"Me hacen falta momentos de sosiego

abrazado a una piel que no aparente,

tiempo de amor callado, sordo y ciego

a razones ajenas, inocente

como el rostro de un niño. Si me entrego

con cuerpo y alma, corazón y mente,

me urge también que quien me da su abrazo

no medite en partidas o reemplazo."

 

 

"Si me detengo en ti es porque te pienso

más como hogar que albergue de camino;

alguien que me adormezca al peregrino

que hay en mí, y deje su atlas en suspenso.

 

Sin promesas ni esbozos de mañana,

pero también sin la apremiante urgencia

de reiniciar la marcha, convivencia

sin fechas ni horas, plácido nirvana."

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Lamento la muerte de Francisco, es una pérdida para todos aquellos que fuimos sus seguidores. Mis condolencias para su familia. Aún falta parte de su obra por publicar, cada sábado cuando llegue el correo sentiremos su ausencia. Gracias a Carmen Álvarez, su hija, por seguir al tanto de esta labor de su padre y por suministrarnos la información y el material solicitado.

María Jaramillo Villegas