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Una paz imperfecta para tiempos imperfectos

06.06.2016 15:32

Una paz imperfecta para tiempos imperfectos

Por José Hilario López 

Los acontecimientos de la pasada semana en La Habana con el acuerdo del Gobierno Nacional en cabeza del propio presidente de La República y del comandante jefe de las Farc-Ep, es un hecho que devuelve la esperanza al pueblo colombiano de llegar a alcanzar la anhelada Paz.

La aceptación de la guerrilla  de someterse a una justicia especial para la paz, permite superar el punto más álgido de las negociaciones y despeja el camino para los acuerdos faltantes para empezar a construir una sociedad sin miedo, con respeto de los derechos humanos y equidad. Con esta esperanza en cada uno de nuestros corazones es posible trabajar por una cierta “voluntad de felicidad”, propuesta en un ensayo de Lucas Cadavid y otros reconocidos escritores  colombianos, titulado Rebeldía y Exilio, publicado en 2013 como homenaje a Albert Camus en  el centenario del nacimiento del nobel francés, texto del cual transcribo los siguientes apartes, que creo que nos ayudarán a crear confianza y fe en nuestra Colombia.

“Y (tu que) estás desesperado por el sinsentido de tu vida y de toda vida, no lo tienes que decir, no lo tienes que gritar, pero sin duda allí radica tu indiferencia y esa fatalidad homicida. Pareces no sobreponerte al absurdo, estás sumido en él y viajas hasta el fondo o hasta el final lógico de su senda. La consecuencia de vivir en el absurdo absoluto, como fin, como totalidad y no como punto de partida es el desborde de la fatalidad, el paso al vacío de un nihilismo extremo”.

“Así que no es en la indiferencia del mundo en donde se encuentra la felicidad, es en cierta “voluntad de felicidad” donde se encuentra la fraternidad con el mundo y donde es posible la reconciliación; es desde esa voluntad que se intuye la ternura de esa indiferencia del mundo. Solo a partir de esa confrontación con la necesidad, con la necesidad de perecer, de pasar, y tu voluntad de felicidad, es superable el resentimiento heredado de una época grande y atroz que nos legó la razón y el vacío de la razón”.

Esta voluntad de ser felices es la que hace posible el proyecto ético estético de la ”vida buena” en lo individual y colectivo, que conforma el legado de los grandes filósofos de la ética en la cultura occidental: Aristóteles, Kant, Spinoza y Stuart Mill, entre otros.

Así se entiende la voluntad buena, fundamento de la filosofía práctica, enseñanza y vida del gran filósofo de  Königsberg,  Ser una buena persona, manifiesta  en un intachable comportamiento moral y pleno sentido de la racionalidad de su existencia. El deber de hacer siempre lo mejor, como imperativo categórico. Y lo mejor para Kant es obrar en todos los actos de la vida de manera libre, con generosidad, desinterés, sentimiento de respeto por los otros; en suma es obrar con benevolencia tratando al otro no como un medio o instrumento, sino como un fin. En nuestro caso la reconciliación con los insurgentes es el fin, sin instrumentar los  actores del conflicto armado o la misma justicia.

Con voluntad buena es como se debe entender el acuerdo sobre Justicia Especial para La Paz, tal como la define Rodrigo Uprimny en su pasada columna de El Espectador: Una Justicia Imperfecta para tiempos imperfectos. Que las victimas de todas las violencias, incluida la inequidad, sean reconocidas y reparadas hasta donde sea posible, que la verdad sea esclarecida, que haya garantías de no repetición y que los responsables de las atrocidades rindan cuentas de sus actos y reciban sanciones apropiadas.

Enhorabuena llegamos a los tiempos del renacer de  la Esperanza y de la decisión de  trabajar por una vida buena, que tanto anhelamos para esa Patria que queremos legar a las generaciones futuras.